Opinión

La cintura del cambio

La televisión gana pero alguien puede perder en el 'Feis tu feis' de Joaquín Reyes y Pablo Iglesias: tal vez acabemos prefiriendo la copia al original

Lo mejor de Joaquín Reyes no es exactamente su capacidad para imitar a personajes famosos, sino para que esos personajes famosos le imiten a él. El recuerdo de Michael Jackson, Kim Jong Il o Ahmadineyad hablando de viejunos y gañanes con acento de pueblo y asumiendo ese carácter entre cerril y aventurado de La Mancha es ya un icono del humor renovado tras demasiadas Nocheviejas con Martes y Trece. Reyes inventó un humor inteligente dentro del género blanco y eso es motivo de fiesta.

Chiquito de la Calza...

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Lo mejor de Joaquín Reyes no es exactamente su capacidad para imitar a personajes famosos, sino para que esos personajes famosos le imiten a él. El recuerdo de Michael Jackson, Kim Jong Il o Ahmadineyad hablando de viejunos y gañanes con acento de pueblo y asumiendo ese carácter entre cerril y aventurado de La Mancha es ya un icono del humor renovado tras demasiadas Nocheviejas con Martes y Trece. Reyes inventó un humor inteligente dentro del género blanco y eso es motivo de fiesta.

Chiquito de la Calzada ya nos había dado alegrones y Faemino y Cansado sabían sorprendernos cuando les encontrábamos, pero La hora chanante y Muchachada Nui cambiaron el humor en España, incorporaron a nuevas generaciones a la carcajada colectiva y combinaron la vida y muerte en televisión con la eterna resurrección en YouTube. Suyo es el reino de esta era de consumo a la carta en la que los fieles saben siempre dónde estás. Sus hombres triunfaron además en cine y la imitación de personajes made in Reyes siguió viva en El intermedio.

Ahora, Cuatro ha estrenado Feis tu feis, formato de gran potencial al enfrentar al imitador con el imitado en un cara a cara de cachondeo. Así le vimos el viernes bailando, meneando “la cintura del cambio al ritmito bolivariano (léase imaginando una cumbia de fondo), pero sin perder la gravedad: de aquí para arriba sigo pensando en los problemas de la gente, pero de aquí para abajo… la caderita, mira mira”.

Iglesias estuvo como le gusta: entregado al espectáculo, él sabe que sigue de moda como fabricante de audiencias. Y Reyes estuvo como lo borda: domesticando al personaje hasta que le imaginamos con el palillo en la boca y la boina ladeada.

Quedó la sensación de que la televisión gana, pero que alguien puede perder. Porque como alertaba un tuitero en la red: “estoy un pelín tele-saturado de Iglesias”. El riesgo del show es que acabemos prefiriendo la copia al original.

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