Opinión

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¿Qué cambiaríamos si pudiéramos volver atrás? J. J. Abrams se ha atrevido a responder a esta pregunta en '22.11.63'

¿Qué cambiaríamos si pudiéramos volver atrás? J. J. Abrams se ha atrevido a responder a esta pregunta en 22.11.63, un nuevo ejercicio televisivo de máquina del tiempo (¡otro, sí!) del que solo esperamos que el creador de Perdidos no se anime a más temporadas de las necesarias. Otra vez no, J. J., por favor.

Abrams, en adaptación de la novela de Stephen King, envía a un convincente James...

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¿Qué cambiaríamos si pudiéramos volver atrás? J. J. Abrams se ha atrevido a responder a esta pregunta en 22.11.63, un nuevo ejercicio televisivo de máquina del tiempo (¡otro, sí!) del que solo esperamos que el creador de Perdidos no se anime a más temporadas de las necesarias. Otra vez no, J. J., por favor.

Abrams, en adaptación de la novela de Stephen King, envía a un convincente James Franco a 1960 para tratar de evitar el asesinato de JFK y cambiar así el curso de la historia. A mejor. La serie es ligeramente pasable, pero sobre todo ayuda a despertar interrogantes curiosos: ¿qué cambiaríamos nosotros? ¿Y usted? ¿Qué podemos mejorar en el presente si intervenimos quirúrgicamente en el pasado?

Es de suponer que todos, por ejemplo, mandaríamos a un enviado especial a las vísperas del atentado del 11-M para tratar de evitar las muertes. Y del 11-S, el 5-J, del ataque a Charlie Hebdo o al Bataclan. Es lo fácil, lo obvio. No más bombas.

Pero en política también podemos encontrar cosas interesantes que transformar. Rajoy seguramente enviaría a un emisario a frenar su propio SMS de ánimo a Bárcenas y a acometer tantas misiones que si las enumeráramos se nos acabaría rápidamente la columna; Pablo Iglesias escogería a un hada retroactiva para impedirle arrojar cal viva sobre su relación con Pedro Sánchez; Albert Rivera habría preferido elegir mejor entre decir “digo” o “Diego”. Y Sánchez no habría alardeado de haber hecho “historia” el 20-D.

En 22.11.63, el efecto mariposa empieza a desbocarse de tal forma que pronto el peor enemigo no es Lee Harvey Oswald, sino el pasado. En nuestra realidad, cuidado, la lista de evitables puede empezar a multiplicarse de tal forma que pronto querremos volver al pasado para cambiar nuestro voto. Y ellos, a diferencia de Oswald, lo saben.

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