Cámbienlos

No una manita de chapa y pintura, sino un buen manotazo es lo que necesitan los aspirantes que acuden a 'Cámbiame' a que les arreglen la vida como si fuera Lourdes

Todos nos producimos a nosotros mismos cada mañana antes de salir de casa. Los hay que con quitarse las legañas y sulfatarse los alerones se ven en condiciones de comerse el mundo. Y las hay que tardamos hora y media en pintarnos un rostro humano sobre la faz de alienígena con la que nos levantamos. Lo que parece evidente, témome, es que pasados los quince años que tenía el amor del Dúo Dinámico, con la cara lavada y recién peiná no está guapa ni la niña de los amores de Manolo Escobar. Miren, si no, el careto de desenterrada de la modelo...

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Todos nos producimos a nosotros mismos cada mañana antes de salir de casa. Los hay que con quitarse las legañas y sulfatarse los alerones se ven en condiciones de comerse el mundo. Y las hay que tardamos hora y media en pintarnos un rostro humano sobre la faz de alienígena con la que nos levantamos. Lo que parece evidente, témome, es que pasados los quince años que tenía el amor del Dúo Dinámico, con la cara lavada y recién peiná no está guapa ni la niña de los amores de Manolo Escobar. Miren, si no, el careto de desenterrada de la modelo Tyra Banks sin maquillar en la foto que ella misma ha subido a las redes demostrando fehacientemente dos hechos: tener un amor propio a prueba de bomba, y que hasta las diosas están más monas con una buena manita de chapa y pintura.

Pues bien, no una manita, sino un buen manotazo necesitan los aspirantes que acuden al programa Cámbiame de Telecinco a que les arreglen la vida como si fuera Lourdes. Allí les esperan, revestidos con los afeites de su presunta superioridad estética, los sumos sacerdotes que obrarán el milagro: Cristina Rodríguez, estilista de cine y teatro, y Natalia Ferviú y Pelayo Díaz, it girl e it boy, respectivamente, signifique lo que signifique semejante cosa. La ídem consiste, básicamente, en humillarte contándole tus complejos a esos jueces sumarísimos para que uno de ellos se apiade de tu alma y se digne a ayudarte a cambiar tu aspecto.

Excuso decir que los rechazados se van por donde han venido llorando a moco tendido solo después de oír que ellos valen muchísimo. Que los elegidos se ponen como si les hubiese tocado la lotería. Y que, al final, todos estamos mejor bien alimentados, bien vestidos y con un buen corte de pelo. El morbo está en constatar que siempre hay alguien que está peor que nosotros. Que todos podemos mejorar. Y que, sin embargo, hay algo que se llama estilo que ni se compra ni se vende. Se tiene, o no se tiene.

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