Daliniano

La exitosa recepción popular de la última retrospectiva de Dalí, demuestra que la curiosidad por el pintor no da signos de agotarse después de muerto

Una retrospectiva del artista Jeff Koons está viajando por los mejores museos del mundo. Sus gigantes figuras fabricadas en materiales carísimos los más reconocidos iconos de la época le ha reportado un lugar de honor en este confuso tiempo, donde la línea entre el arte y la sociología es tan difusa como la que media entre la inteligencia y la brillantez. No deja de ser notable que Koons reconozca como su maestro y guía a Salvador Dalí. La exitosa recepción popular de la última retrospectiva, demuestra que la curiosidad por Dalí no da signos de agotarse después de muerto, caído el principal pr...

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Una retrospectiva del artista Jeff Koons está viajando por los mejores museos del mundo. Sus gigantes figuras fabricadas en materiales carísimos los más reconocidos iconos de la época le ha reportado un lugar de honor en este confuso tiempo, donde la línea entre el arte y la sociología es tan difusa como la que media entre la inteligencia y la brillantez. No deja de ser notable que Koons reconozca como su maestro y guía a Salvador Dalí. La exitosa recepción popular de la última retrospectiva, demuestra que la curiosidad por Dalí no da signos de agotarse después de muerto, caído el principal propagandista de su obra, él mismo. Es más, el tiempo parece dar la razón a Dalí en su apuesta por la complementariedad de la destreza plástica y el discurso autosatisfecho. Dicen que uno termina por ser lo que se empeña en decir que es.

El documental de TVE, Revelando a Dalí, se alzó la semana pasada con el Delfín de Oro del festival de Cannes televisivo. Puesto en pie por Carlos del Amor y César Vallejo recorre algunos lugares y extremos de la personalidad de Dalí. Para los que fuimos niños en la cumbre de su popularidad, es imposible olvidar el rayo de luz excéntrica y libre que significaba cada aparición suya en nuestro universo en blanco y negro. Bestia televisiva, era capaz de poner patas arriba cualquier programa forjando la propia imagen con una dosis tal de autoironía que le blindó contra el paso de los años y la lectura crítica de su personalidad. Ya se había sometido él mismo al vitriolo, convirtiendo el anagrama con el que Breton quiso desnudarlo, Ávida Dollars, en un lema de vida.

Escuchar a Dalí reconocer que había logrado su sueño de convertirse en ligeramente multimillonario vuelve a provocar la carcajada reverencial. Y escarbar en su literatura y en sus ideas sobre el arte da para llenar piscinas de televisión. La pública posee un fondo de imágenes y chocantes apariciones que hace bien en frecuentar y sacudir del polvo. Los hijos de Dalí arrasan hoy en el mundo del arte, mientras hay una muda supervivencia de quienes optaron por la artesanía elaborada y el oficio. Él llegó primero e inventó una meta que, entre ruido y aspaviento, nadie alcanza.

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