Claudia Rivas Alonso: “El valor de un diario también es discutir con él”
Esta asesora legal catalana especialista en extranjería se aficionó a leer EL PAÍS en la adolescencia. Hace menos de un año, dio el paso para convertirse en suscriptora. “El periódico ha sabido actualizarse y modernizarse”
Claudia Rivas Alonso (Barcelona, 29 años) se suscribió a EL PAÍS hace menos de un año. Es asesora legal en Derecho de Extranjería y prepara el examen de acceso a la Abogacía. Es jueves 1 de junio, seis de la tarde, en el Alice Secret Garden de Barcelona.
Pregunta. ¿Qué hacen sus padres?
Respuesta. Abogados de Administración Local, funcionarios los dos. No sé, yo creo que de pequeña me atraía lo que hacían mis padres, y siempre dije que quería matricularme en Derecho. Después de estar unos años un poco perdida, de no encontrar qué tipo de Derecho quería hacer, di con Derecho de Extranjería. Y muy contenta.
P. ¿Qué le interesó?
R. Poder ayudar a la gente. A veces de forma inmediata. En cualquier trámite y a cualquiera, desde gente expatriada que cobra una barbaridad a gente de a pie que lleva aquí tres años de forma irregular y consigues regularizarla.
P. ¿Nota en la sociedad la diferencia en el trato a extranjeros dependiendo de la clase?
R. Mucha. No es lo mismo un extranjero que viene aquí como expatriado y va a pagar un alquiler de 5.000 euros, que el que viene para buscarse la vida y trabaja de lo que pueda. Hay una evidente diferencia de trato.
P. ¿Recuerda algún caso que aún le duela?
R. Sí, el de un chico que era activista en Marruecos y estaba perseguido. Le denegaban el asilo porque para nuestro Gobierno no era activista. Es muy difícil que te den asilo.
P. ¿Cuál es el problema?
R. Hay uno muy grande: la burocracia. Hay que dar un acceso mucho más fácil a las solicitudes de asilo. A nivel de extranjería hay un montón de problemas de citas, ya no solo de asilo. En sitios como los locutorios te venden citas por entre 50 y 200 euros, puro tráfico. Yo he visto cómo un policía decía a una mujer: “Señora, esta cita no está a su nombre”, y la mujer respondía que había pagado para conseguirla. Y el policía: “No, usted no tiene que pagar, esto es gratis”. Y la pobre mujer quejándose de que llevaba cinco meses esperando para conseguir una.
P. ¿Desde cuándo lee el periódico?
R. El primer periódico que recuerdo leer fue El pequeño País. Ya de adolescente leía El País Semanal, que sigo leyendo porque siempre me ha encantado la revista.
P. ¿Cuándo se suscribió?
R. En octubre o noviembre del pasado año.
P. ¿Por qué?
R. Estaba cansada de interesarme por muchos artículos de información nacional e internacional que no podía leer salvo que estuviese suscrita.
P. ¿Por qué razón daría de baja su suscripción?
R. Cambiar completamente, también de ideología: no estar de acuerdo ni en la forma en la que cuentan las noticias, ni en la forma de la que hablan de las noticias y de las personas. Tener malas fuentes o tener poca variedad de ellas, no actualizarse. Algo que me ha gustado mucho de EL PAÍS es que se ha actualizado siempre muy bien, se ha modernizado.
P. ¿Discute por el periódico o con el periódico?
R. Mucho, las dos cosas. Es el valor de un diario, compartir lo que publica o discutir sobre eso. Yo con 15 o 16 años leía mucho El País Semanal porque lo leían mis amigas. Lo comentábamos el lunes en clase, los artículos que habíamos leído, los reportajes; también compartimos artículos. Yo tengo una amiga que ya está suscrita a La Vanguardia, por ejemplo; cuando voy a su casa, lo leemos juntas.