EL PAÍS que hacemos
Por Equipo de Comunicación

Luis García Montero inaugura el club de lectura de EL PAÍS

Un grupo de 20 suscriptores conversa con el autor en torno a su nuevo libro, ‘Un año y tres meses’

El periodista Jesús Ruíz Mantilla y el poeta Luis García Montero debaten durante el primer encuentro del Club de Lectura de EL PAÍS, en el FNAC en Madrid.Andrea Comas

No hay poesía sin ficción. Eso parece al menos haberle ocurrido al poeta Luis García Montero (Granada, 1958) cuando escribió Un año y tres meses (Marginales), su nuevo poemario centrado en los últimos meses de la vida de su esposa, la escritora Almudena Grandes. Ante un grupo de 20 lectores, el escritor aseguró haber usado los mecanismos de la ficción para reflejar sus emociones. “Pero eso no significa ser un impostor”, aclaró. El motivo de su reflexión fue el primer encuentro del club de lectura de EL PAÍS, que el pasado viernes 4 de noviembre tuvo lugar en FNAC de Madrid, donde un grupo de suscriptores pudo compartir impresiones con el autor.

El club de lectura de EL PAÍS, coordinado por el suplemento de libros Babelia, es un proyecto con el que el diario aspira a crear una comunidad de lectores que vaya más allá de sus propias páginas. Periódicamente, se propondrá a los suscriptores un nuevo título y un encuentro presencial con un autor para compartir reflexiones y preguntas.

En este primer encuentro, dijo García Montero que desde el principio tuvo claro que no quería que su libro se convirtiera en un desahogo personal. Por eso acudió a la ficción: “Pero qué jodida es acudir a ella. Porque no puedes dejar resquicios para engañarte a ti mismo o a los demás de manera teatral”. Para el autor, escribir estos poemas no fue tarea sencilla. “Los peligros de caer en el patetismo y en el desahogo son tremendos”, se sinceró. Y desgranó el proceso de su escritura; a veces tuvo que buscar ciertos sentimientos o ideas en relatos similares de sus admirados escritores. No quería que su prosa fuera por completo biográfica, sino literaria, para que cualquier lector pudiera sentirse identificado: “Debes elaborar tus sentimientos sin manipularlos, identificarlos como propios y que el lector pueda hacerlos suyos”.

De reflexionar junto a estas y otras cuestiones lo hizo junto al también escritor y periodista de EL PAÍS Semanal Jesús Ruiz Mantilla, que definió así el poemario: “Es una obra extraordinaria y profunda sobre el duelo y los resquicios de la alegría, el peso del dolor, la búsqueda de un sentido hacia la vida, más triste, pero que adquiere un poder extraordinario a través de un medicamento que es la poesía”. Porque así esperó curarse el poeta cuando le diagnosticaron el cáncer que se llevó a Grandes. Y así lo plasmó ante el grupo de suscriptores que, libro en mano, emitieron haber empatizado con los poemas.

En un momento dado, una de las asistentes leyó un viejo verso del poeta, de Luna en el sur: “La verdadera nostalgia, la más honda,/ no tiene que ver con el pasado, sino con el futuro/ Yo siento con frecuencia la nostalgia del futuro,/ quiero decir, nostalgia de aquellos días de fiesta,/ cuando todo merodeaba por delante y el futuro/ aún estaba en su sitio.” Para él fue un planteamiento que le rondó en la elaboración de su poemario. “Hay momentos en los que uno vive y puede ser feliz porque el futuro está en su sitio y te está esperando. Cuando uno se queda vacío es cuando pierde ese futuro, no el pasado”, coincidió García Montero.

Durante una hora y cuarto, el autor, el periodista de EL PAÍS Semanal y los lectores pudieron abordar el universo interior del poeta y los miedos que le asolaron, no solo en el proceso de escritura, también durante la enfermedad: “Cuando hay momentos de esperanza y miedo, uno le da mucha importancia a los cuidados y le da valor al secreto. Con el poema tienes que saber cómo mantenerte callado para que permanezca el secreto. Con la enfermedad pasa lo mismo. Porque el miedo no te lo quita nadie, pero tienes que tener mucho cuidado para que no se note este y domine la esperanza”.

Esa esperanza reconoció debérsela a su esposa. Y entonces mencionó la positividad de la escritora, una cualidad que aseguró haberla definido siempre: “Almudena siempre fue muy optimista. Era una persona tan enamorada de la vida que le gustaba hasta la comida de los aviones. Se comía la suya y la mía”. Un poco más tarde, al cierre del encuentro, reiteró ese bálsamo de los versos: “La poesía nos da respuestas que necesitamos más allá de la tecnología o de la ciencia. Eso es lo que yo he buscado en este libro”.

Sobre la firma

Archivado En