Prohibido regar el jardín para 30 millones de británicos
Las principales empresas de agua del Reino Unido restringen el consumo para frenar el descenso de sus reservas provocado por la sequía
Los ingleses son una “nación amante de las flores”, dejó dicho George Orwell en El León y el Unicornio, el mejor ensayo escrito hasta la fecha sobre el carácter británico. No por un particular sentido de la estética, sino por su pasión por los hobbies y la privacidad doméstica. La sequía y las olas de calor que ha sufrido este verano el Reino Unido, consecuencia del cambio climático, han venido a arruinar la vocación jardinera...
Los ingleses son una “nación amante de las flores”, dejó dicho George Orwell en El León y el Unicornio, el mejor ensayo escrito hasta la fecha sobre el carácter británico. No por un particular sentido de la estética, sino por su pasión por los hobbies y la privacidad doméstica. La sequía y las olas de calor que ha sufrido este verano el Reino Unido, consecuencia del cambio climático, han venido a arruinar la vocación jardinera de un país poco acostumbrado a regar.
Thames Water (TW), la compañía que abastece a 15 millones de consumidores en la ciudad de Londres y por todo el valle del Támesis, en el sureste de Inglaterra, se ha sumado ya, desde las 0.00 de este miércoles, a la prohibición impuesta por otros distribuidores de agua de regar jardines, lavar coches o llenar piscinas. Cuando Yorkshire Water, otra suministradora de agua, se incorpore este viernes a las restricciones, 29,4 millones de ciudadanos del Reino Unido se verán perjudicados por el racionamiento. Aquellos que se salten las restricciones se exponen a multas de hasta 1.000 libras (1.184 euros, al cambio actual).
El mes de julio ha sido el más seco en el país desde 1885, con temperaturas que han superado fácilmente los 40 grados centígrados. El Támesis se encuentra en su nivel más bajo desde 2005, a pesar de que la demanda de agua ha sido de las más altas de las últimas décadas. TW suministra en la actualidad cerca de 3.000 millones de litros diarios, con incrementos de hasta un 50% respecto a otras épocas del año. La compañía aspira, con las restricciones impuestas, a reducir de 150 a 100 el promedio de litros que cada uno de sus usuarios consume durante una jornada.
Agua a la fuga
Las buenas palabras y buenas intenciones de la compañía han chocado con unos clientes que observan una clara contradicción entre la demanda de austeridad y el derroche provocado por unas infraestructuras anticuadas y escaso gasto en su mantenimiento. Según los cálculos de la propia TW, se pierden cada día 635 millones de litros cada día por culpa de fugas que necesitan reparación. El Gobierno ya ha multado a la empresa con más de ocho millones de euros, después de ser declarada culpable de verter en ríos y océanos aguas residuales. Solo en la localidad de Oxford, más de 3.000 peces aparecieron muertos.
“Imponer a nuestros clientes una prohibición temporal del uso de agua ha sido una decisión extraordinariamente difícil de adoptar, y no la hemos tomado a la ligera. Después de varios meses de lluvia por debajo del promedio anual y de temperaturas extremas en julio y en agosto, los recursos acuíferos de nuestra región han sufrido una seria disminución”, ha intentado justificar Sarah Bentley, la directora ejecutiva de TW, sobre la que ha caído una lluvia de críticas al hacerse público que el año pasado cobró un bono de casi 3.000 de euros. “A pesar de haber invertido para poner en marcha el mayor programa de reducción de fugas de todo el Reino Unido, la demanda de los consumidores se sitúa en niveles sin precedentes, y debemos avanzar a una nueva fase de nuestro plan anti sequía para conservar el agua, mitigar riesgos futuros y asegurar el suministro”, ha dicho Bentley.
El sindicato GMB, mayoritario en la compañía, asegura que las fugas actuales de agua que se producen cada día equivaldrían a que una persona mantuviera la manguera abierta, a pleno chorro, durante 73 años seguidos.
A pesar de las fuertes lluvias e inundaciones que sufrieron partes del Reino Unido durante la semana pasada, la Agencia Medioambiental sigue advirtiendo de que se tardará aún varias semanas en volver a rellenar las reservas y poner fin a la situación de emergencia provocada por la sequía. A pesar de que este jueves ha vuelto a caer agua abundante en la región de Londres, en el noreste de Inglaterra las lluvias de agosto no han alcanzado ni el 12% del promedio anual. En el sur y el sureste, no ha caído ni una sola gota.
La oposición laborista culpa de lo ocurrido a los años de privatizaciones y dejadez de los recursos públicos por parte de los gobiernos conservadores. “Más de 600 millones de litros perdidos cada día, y dividendos para los accionistas por valor de 44 millones de euros. Necesitamos con urgencia que Thames Water vuelve a estar en manos públicas”, escribía en Twitter la diputada Diane Abbot.