El proyecto español puesto como ejemplo por la ONU contra la crisis de la arena
Este material considerado insignificante es en realidad el segundo recurso natural más utilizado en el planeta después del agua
Cómo conseguir un uso más racional de un material que está por todas partes, cuesta muy poco y al que se le suele dar un valor insignificante. Como advierte un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), a pesar de resultar estratégica en el planeta, la extracción de arena supera sus tasas de reposición sin que exista ningún inventario global de su utilización ni ningún con...
Cómo conseguir un uso más racional de un material que está por todas partes, cuesta muy poco y al que se le suele dar un valor insignificante. Como advierte un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), a pesar de resultar estratégica en el planeta, la extracción de arena supera sus tasas de reposición sin que exista ningún inventario global de su utilización ni ningún control de cómo se explota en muchas regiones del mundo.
La realidad es que la arena (junto a la grava, la piedra triturada y los áridos) es el segundo recurso natural más explotado del mundo después del agua y su uso se ha triplicado en las últimas décadas. Según estima el PNUMA, se utilizan cada año cerca de 50.000 millones de toneladas de arena y grava, suficientes para construir un muro de 27 metros de ancho y 27 metros de alto que dé la vuelta al planeta.
Este material desempeña un papel clave en el mantenimiento de la biodiversidad, los servicios ecosistémicos, la protección del litoral o el desarrollo económico. Es esencial para producir el hormigón y el asfalto que sustentan gran parte del mundo moderno, o para fabricar botellas de vidrio. Y también tiene una gran importancia cultural y espiritual en muchos sitios del mundo. Paradójicamente, como incide el PNUMA, “se asume incorrectamente que las reservas son infinitas”, cuando la disponibilidad y el suministro a largo plazo de arena y grava naturales “no deben darse por sentado” y está mostrándose ya como un problema en el corto y medio plazo en múltiples lugares.
Ante la amenaza de una grave crisis de la arena, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente lanza una serie de recomendaciones, la primera de ellas, reconocer el valor estratégico de este material. Además, en su último informe identifica algunas iniciativas interesantes puestas en marcha en el mundo para lograr un uso más racional de este recurso, como es el caso del proyecto Eco-Sandfill, liderado por Azterlan, centro de investigación metalúrgica ubicado en Durango, en Bizkaia.
Aparte de controlar su extracción, otra forma de asegurar la continuidad de un material es recuperarlo al final de su utilización para volver a aprovecharlo de forma circular. Como explica Clara Delgado, investigadora de Azterlan, este es justamente el propósito del proyecto Eco-Sandfill, financiado con fondos Life de la UE: investigar cómo reaprovechar residuos de arena de fundiciones que ahora van mayoritariamente al vertedero para producir hormigón o mortero para la construcción.
El mortero (arena, cemento y agua) y el hormigón (arena, grava, cemento y agua) son dos de los elementos básicos de una obra. Esta iniciativa liderada por el centro de investigación vasco ha estudiado qué pasa cuando en su elaboración no se utiliza la arena virgen de cantera, sino la residual procedente de los moldes de las fundiciones, con unas particularidades distintas. Para ello, han realizado diferentes ensayos prácticos que siguen monitoreando para comprobar su resistencia en el tiempo. Paradójicamente, como recalca Delgado, si bien reaprovechar esta arena residual resulta viable desde el punto de vista técnico, una de las principales barreras es el bajo precio de este recurso. “Si el material virgen no es muy caro, tener que acondicionar un residuo para sustituirlo no resulta muy atractivo”, comenta.
En este caso, la motivación para investigar ha sido las limitaciones introducidas por el plan de residuos vasco para el envío de este desecho al vertedero en los próximos años. “Ahora todas las fundiciones están como locas para intentar dar salida a este residuo”, incide Delgado, que explica que también están investigando cómo limpiar esta arena después de su uso. “El gran hándicap que se ha visto aquí es que al final el vertedero era la solución más barata”, destaca.
Con todo, el Programa de las Naciones Unidas también especifica que no todas las arenas son iguales. En una escala de tiempo humana, hay cuerpos de arena que son inactivos y otros activos. Los primeros se muestran estáticos y fuera de los movimientos de sedimentos actuales. Sin embargo, los segundos siguen sujetos a procesos modernos de erosión y de depósito, como ocurre en estuarios, ríos, deltas, desiertos o playas. Para el PNUMA, “reconocer la arena como un componente integral del paisaje y del sistema ambiental y comprender los procesos que controlan la distribución de la arena es el primer paso hacia la gestión sostenible”. Pues incide en que su extracción puede provocar cambios en las tasas de transporte de arena en ríos y zonas costeras que suponen una amenaza a las comunidades y los medios de subsistencia, no solo en el punto donde se saca el recurso, sino también río abajo.
En España, esto resulta especialmente importante, pues la arena es un elemento clave para las playas y la protección contra inundaciones en áreas costeras. Una situación que se agrava por los impactos del cambio climático, como son el aumento del nivel del mar y las tormentas cada vez más severas.
Puedes seguir a CLIMA Y MEDIO AMBIENTE en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal