Ha llegado la hora de sacar los combustibles fósiles de nuestros hogares

La transformación rápida y ordenada del sector de la calefacción reduciría la dependencia del país de los combustibles fósiles, protegería a los ciudadanos de la volatilidad de los precios de la energía y ayudaría a alcanzar los objetivos climáticos

Un gato encima de un radiador.Os Tartarouchos/Getty Images (El País)
Daniel Sanz Mónica Vidal Francisco Zuloaga

En España somos más de 47 millones de personas que cada día estudiamos, trabajamos y vivimos en edificios que en la actualidad consumen el 30% de la energía utilizada en el país, casi tanto como todo el transporte nacional por carretera. Una parte importante de dicho consumo proviene de la quema de combustibles fósiles carbón, gasóleo y gas para calefacción y agua caliente.

La actualidad nos ha demostrado con brusquedad la importancia de reducir nuestra peligrosa sobredependencia de los combustibles fósil...

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En España somos más de 47 millones de personas que cada día estudiamos, trabajamos y vivimos en edificios que en la actualidad consumen el 30% de la energía utilizada en el país, casi tanto como todo el transporte nacional por carretera. Una parte importante de dicho consumo proviene de la quema de combustibles fósiles carbón, gasóleo y gas para calefacción y agua caliente.

La actualidad nos ha demostrado con brusquedad la importancia de reducir nuestra peligrosa sobredependencia de los combustibles fósiles y sus importaciones, para proteger a los consumidores de las subidas de precios, lograr la independencia energética y, por supuesto, hacer frente a la crisis climática.

El pasado 8 de marzo la Comisión Europea presentaba el plan ‘REPowerEU; Joint European action for more affordable, secure and sustainable energy’, donde se subraya entre otras medidas la necesidad de aumentar la instalación de paneles solares en tejados y de bombas de calor, así como intensificar el ahorro de energía. Todo esto con el objetivo de reducir el consumo (y, por ende, dependencia) del gas fósil. También la semana pasada, la Agencia Internacional de la Energía identificaba “el despliegue acelerado de las bombas de calor” como uno de los 10 puntos de su plan para reducir la dependencia europea del gas ruso.

A su vez, numerosos actores empiezan a reclamar alto y claro la metamorfosis del sector de la calefacción y el agua caliente, uno de los retos claves pendientes en la descarbonización de la sociedad. Así lo demuestra la publicación del Manifiesto en favor de la calefacción renovable para todos, firmado por siete grandes organizaciones de la sociedad civil de toda Europa, que representan a la gran mayoría de los movimientos ecologistas europeos. También España, hace tan solo unos días, se anunciaba la creación de una plataforma de empresas, centros de investigación, y organizaciones profesionales y medioambientales que abogan por la descarbonización de este sector, que tanto impacto tiene en nuestro día a día.

El Gobierno de España no puede desoír las llamadas que llegan desde dentro y fuera de Europa, pero también desde las empresas y la sociedad civil en España. Debería impulsar la transición a través de una “Hoja de Ruta de la Calefacción Renovable”, que trace el camino a seguir para la descarbonización completa del sector de la calefacción y el agua caliente, acompañado del despliegue de energías renovables y soluciones de ahorro energético. Necesitamos objetivos claros y un plan a seguir que identifique y dé respuesta a las necesidades de financiación, formación, y mano de obra asociadas a la transición del sector. Esta transformación se debe apoyar y retroalimentar de otras transiciones que ya están en marcha como la rehabilitación profunda de edificios para favorecer la eficiencia energética, el avance hacia un sistema energético 100% renovable, y la promoción del autoconsumo.

Las soluciones de calefacción renovable ya existen, son fiables, versátiles, promueven la autosuficiencia energética y reducen nuestra dependencia de combustibles fósiles. Desmienten además el mito de que el gas fósil es necesario como combustible de transición, y dejan en evidencia al hidrógeno, en el sector residencial, como una falsa solución.

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Los Fondos ‘Next Generation EU’ han hecho posible la puesta en marcha de Proyectos Estratégicos para la Recuperación y la Transición Económica (PERTE) para otros sectores con importante peso en la balanza energética española, como el vehículo eléctrico, o la electricidad renovable. Deberían, del mismo modo, hacer viable un Programa específico para la Calefacción Renovable. De hecho, ya se han establecido en los últimos meses algunas líneas de ayuda para la calefacción renovable con cargo a los fondos europeos.

Realizar un Programa específico de Calefacción Renovable permitiría ampliar la cuantía de dichas ayudas, alargarlas en el tiempo, y estructurarlas de manera que sean coherentes para ciudadanos, administraciones, y empresas. Necesitamos voluntad política, pero también la puesta en marcha de procesos reales de participación, que permitan la implicación de los diferentes sectores de la sociedad que estamos trabajando hacia un futuro de la calefacción renovable en España y en Europa. Solo así conseguiremos que la transición sea inclusiva y aporte beneficios para todos y todas.

El Gobierno de España tiene la urgencia de tomar medidas decisivas para contribuir a la reducción de gases de efecto invernadero, menguar la dependencia de los combustibles fósiles del país, reducir las facturas de energía de los españoles y españolas y paliar los efectos de la pobreza energética. Las soluciones existen, la financiación está disponible, la sociedad civil lo reclama y la coyuntura geopolítica prácticamente nos obliga a ello.

Daniel Sanz, experto en Calefacción Renovable, Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES). Mónica Vidal, coordinadora de la Campaña de Calefacción Renovable de Climate Action Network Europe (CAN-Europe), y Francisco Zuloaga, experto en Política Energética Europea.

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