El planeta imposible
‘Dune’ se publicó en el año 1965 y muy pronto se convertiría en una de las grandes novelas de todos los tiempos
Entre la historia y el mito, Frank Herbert creó un planeta de nombre Arrakis, más conocido como Dune; un lugar donde el agua es un bien escaso. La idea le vino a la cabeza cuando investigaba sobre el cultivo de plantas en el desierto de Oregón. Por entonces, Herbert era un periodista que preparaba un reportaje sobre las barreras vegetales utilizadas para contener la extensión de las dunas.
Sea como sea, aquel tema germinó en terreno abonado, dando lugar a una de las flores más apreciadas de la literatura de ...
Entre la historia y el mito, Frank Herbert creó un planeta de nombre Arrakis, más conocido como Dune; un lugar donde el agua es un bien escaso. La idea le vino a la cabeza cuando investigaba sobre el cultivo de plantas en el desierto de Oregón. Por entonces, Herbert era un periodista que preparaba un reportaje sobre las barreras vegetales utilizadas para contener la extensión de las dunas.
Sea como sea, aquel tema germinó en terreno abonado, dando lugar a una de las flores más apreciadas de la literatura de ciencia-ficción. Suele suceder cuando un escritor de talla penetra lo bastante en sí mismo y consigue volcar su inconsciente hacia fuera. La década de los cincuenta agonizaba y Herbert supo ver más allá de lo visible de los tiempos. Con ello profetizó el futuro de un planeta que ha agotado sus recursos naturales y donde la supervivencia se hace difícil.
Dune de Frank Herbert se publicó en el año 1965 y muy pronto se convertiría en una de las grandes novelas de todos los tiempos, no solo por su originalidad, que la tiene, sino por ser una aventura vigorosa con mensaje ecológico. Aunque existan decisiones que no se pueden prever, la decisión de convertir nuestro planeta en un cadáver galáctico, más que una decisión, ha sido acto voluntario llevado a cabo con la complicidad del silencio.
Frank Herbert no se calló, nunca guardó silencio y su denuncia la realizó desde la ficción para mostrarnos la ecología total de un mundo imaginario
Pero Frank Herbert no se calló, nunca guardó silencio y su denuncia la realizó desde la ficción para mostrarnos la ecología total de un mundo imaginario; un planeta desértico donde los nativos -la tribu de los fremen- han ingeniado una tecnología virguera para hacer frente a la escasez de agua. Los miembros de esta curiosa tribu mantienen una relación orgánica con su entorno, es decir, lo comprenden. Un detalle: visten unos trajes destiladores que sirven para reciclar los desechos del propio cuerpo y convertirlos en agua.
Luego está el melange, un desecho del metabolismo de las lombrices gigantes que habitan bajo las arenas del desierto. Por este detalle, hay quienes han querido ver en la novela alusiones al L.S.D, sustancia sintetizada por Albert Hofmann en 1938 y que cuando salió la novela estaba en pleno apogeo. El uso del tripi, por parte de la cultura underground, dio lugar a la psicodelia, al mundo de los hippies y del amor libre con su música caleidoscópica que siempre acompaña los rituales de iniciación. Con la experiencia lisérgica, las leyes del tiempo y el espacio quedan alteradas, alcanzando a percibir el orden oculto de las cosas, el estrato que soporta el alma del mundo. Por tales asuntos relativos a la mística, pero soportados por la ciencia, Dune es de esas novelas en las que se han vertido toneladas de inteligencia. Su peso nutre el futuro. De ahí que la novela se lea y se siga leyendo hasta el fin de los tiempos.
Herbert compró un terreno en la península de Olympic, al nordeste de Washington, donde estableció una granja biológica
Con el dinero que sacó por las ventas de su historia, Herbert compró un terreno en la península de Olympic, al nordeste de Washington, donde estableció una granja biológica en la que viviría con su familia, llevando la ecología a su dimensión más ejemplar.
Para ir terminando, solo queda decir que Herbert consiguió crear una mitología nueva a partir de la ciencia, un conjunto de historias que nuestro inconsciente va a reconocer de inmediato, como si ya existieran mucho tiempo antes de que hubiéramos nacido. Dicho esto, solo nos queda escupir en señal de respeto, como hacían los fremen en un acto que significaba mucho para ellos, pues el agua, ya dijimos, en Dune es un bien escaso.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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