Convivencia escolar, amor y pedagogía

No hay política de convivencia escolar ni medidas intersectoriales que sustituyan la creación de lazos de amor, confianza y apoyo desde las madres, padres y/o cuidadores para con los menores de edad

Interior de un aula vacía en Valparaíso, Chile, en junio de 2023.Anadolu (Anadolu Agency via Getty Images)

En el año 1902 Miguel de Unamuno, escritor, filósofo e intelectual español escribió la novela titulada Amor y Pedagogía, publicación que a más de 100 años de su creación retrata la trágica situación de los niños, niñas y adolescentes (NNA) en el Chile actual.

La encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), recientemente presentada, muestra que la violencia es el principal problema de la educación escolar (para 41% de las personas encuestadas). Por otro lado, de acuerdo a la Agencia de Calidad de la Educación el panorama del bienestar socioemocional de la niñez y adolescencia es oscuro, pues 40% de los jóvenes de 15 años está insatisfecho con su vida y el 80% de ellos siente ansiedad por la posibilidad de fracasar en la escuela. Asimismo, las niñas opinan que no tienen relaciones humanas confiables en la escuela, y los niños son con más frecuencia víctimas de violencia escolar. A las brechas de género, se suman desigualdades socioeconómicas, ya que los estudiantes desaventajados sufren en mayor medida de esta pérdida de sentido y viven ambientes escolares poco amigables. Por último, la insatisfacción con la escuela va aumentando a medida que los estudiantes pasan de la educación básica a la media.

Además, los adultos —directivos, docentes y apoderados— perciben una mejor convivencia escolar en comparación con los estudiantes. Esto sugiere que la visión adultocéntrica dista de las perspectivas que los estudiantes tienen de la convivencia escolar.

A lo anterior se suma el hecho de que en Chile somos una sociedad punitiva y que usa la violencia con los NNA, en la crianza y las interacciones en el hogar. Así 65% de los hogares de Chile reporta usar la violencia como método educativo de los menores de edad, y 35% de los hogares reporta usar la violencia física. Ante este desgarrador hecho, no hay política de convivencia escolar ni medidas intersectoriales que sustituyan la creación de lazos de amor, confianza y apoyo desde las madres, padres y/o cuidadores para con los menores de edad.

El desafío de la sociedad chilena es mayúsculo para cultivar un desarrollo integral durante la infancia y la adolescencia, y no es únicamente técnico. Hay una característica en nuestra cultura que nos hace ver a los menores de edad como sujetos incompletos, con capacidades limitadas, y como propiedad de las familias más que como una responsabilidad. Tenemos pautas de crianza y parentalidad que no ven a los NNA desde una perspectiva de respeto y cariño.

En Amor y Pedagogía, el personaje Don Avito se propone criar a su hijo Apolodoro bajo rigurosos estándares científicos, siguiendo los lineamientos de la pedagogía. Apolodoro es criado por su padre con desapego emocional. Finalmente, Apolodoro se suicida, como una salida para derrotar a esta crianza científica que adoleció de falta de amor, cariño e interés por sus propias necesidades de parte de su padre.

La historia de Amor y Pedagogía sugiere, como lo reiteran estudios contemporáneos, que son las relaciones de confianza, cariño y respeto con los adultos encargados de la crianza, las que ayudan al bienestar socioemocional de los menores de edad. Y que el crecimiento en estos entornos positivos promueve relaciones sociales y escolares empáticas y respetuosas.

En Chile nos hemos olvidado desde las familias de atender esas necesidades emocionales de los NNA (niños, niñas y adolescentes), y a veces esperamos que las escuelas se hagan cargo de ellas. Desde los hogares tenemos a los menores de edad en situaciones donde no le encuentran sentido a la vida, con altos niveles de maltrato y violencia, y con las relaciones más significativas fracturadas por los estilos de crianza desapegada emocionalmente. Como consecuencia, enseñamos en nuestro actuar cotidiano a los NNA a relacionarse de forma poco empática y, en ocasiones, violenta.

Para construir una sociedad y escuelas con mejor convivencia escolar, es indispensable educar con el ejemplo en los hogares en el buen trato, la empatía y la resolución pacífica de conflictos. Las familias son el primer educador, y el responsable de construir el bienestar socioemocional desde la primera infancia para un desarrollo humano armónico de los niños, niñas y adolescentes en el largo plazo. Las escuelas también deben contribuir a fomentar formas positivas de relacionarse, y atender las necesidades socioemocionales de los estudiantes, pues son las instituciones a cargo de formar a la ciudadanía del futuro.

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