El Mariinski gusta pero no apasiona en Peralada en su primer programa

La mítica compañía rusa inauguró la 33ª edición del festival con ‘Las cuatro estaciones’

Una imagen del Mariinski en Peralada. TOTI FERRER

Hermoso, virtuoso, hipnótico y un sinfín de magníficos adjetivos merece el baile del Ballet del Teatro Mariinski de San Petersburgo (antiguo Kirov de Leningrado), actuación que la noche del jueves inauguraba la 33ª edición del Festival Castell de Peralada. Bastantes sillas vacías y aplausos cálidos pero breves al final del espectáculo, marcaron la velada. No fue una noche mágica como muchos esperaban.

La explicación tiene su lógica. El Ballet del Teatro Mariinski ofrecía dos programas. En el primero de ellos bailaba Las cuatro estaciones del jovencísimo coreógrafo de la compañí...

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Hermoso, virtuoso, hipnótico y un sinfín de magníficos adjetivos merece el baile del Ballet del Teatro Mariinski de San Petersburgo (antiguo Kirov de Leningrado), actuación que la noche del jueves inauguraba la 33ª edición del Festival Castell de Peralada. Bastantes sillas vacías y aplausos cálidos pero breves al final del espectáculo, marcaron la velada. No fue una noche mágica como muchos esperaban.

La explicación tiene su lógica. El Ballet del Teatro Mariinski ofrecía dos programas. En el primero de ellos bailaba Las cuatro estaciones del jovencísimo coreógrafo de la compañía y bailarín Ilya Zhivoi, con música del compositor británico contemporáneo Max Richter, basada en la obra de Antonio Vivaldi. Una pieza de corte neoclásico con ciertos coqueteos con la danza contemporánea. El público balletómano no compró entradas para este primer programa, sino para el segundo, donde el viernes ofrecen Chopiniana de Michel Fokine, In The Night de Jerome Robbins y Margarita y Armand, la célebre coreografía que Frederil Ashton creó para Margot Fonteyn y Rudof Nureiev, piezas románticas y contemporáneas más acorde con la tradición e historia de esa formación.

También pocas caras conocidas entre el público, el político Santi Vila, la alcaldesa de Figueres, Àngels Lladó, el obispo de Girona, Francesc Pardo, el subdelegado del Gobierno en Girona, Albert Bramon, entre otros. Personalidades más destacadas se reservaron para el segundo programa.

Bastantes sillas vacías y aplausos cálidos pero breves al final del espectáculo, marcaron la velada. No fue una noche mágica como muchos esperaban.

Es cierto que el Ballet del Teatro Mariinski, una de las mejores compañías de danza clásica del mundo, y su carismático director, Valery Gergiev, quieren dar aires nuevos a su repertorio. Pero la renovación no ha de venir desde dentro sino del exterior, sus más de 300 años de tradición como cuna de la danza clásica castra a los creadores que forman parte de esta institución para crear obras más contemporáneas. Y este estigma marcó Las cuatro estaciones de Ilya Zhivoi, Una pieza dinámica, fresca pero con una coreografía sencilla. Sin los bailarines del Mariinski se sostendría débilmente.

Las cuatro estaciones fue bailada por cinco parejas, entre las que destacó, brilló y embelesó, la formada por la virtuosa bailarina Ekaterina Kondaurova y el apuesto bailarín Roma Belyakov, Los largos brazos de ella, que nacen en la cintura, se pliegan o respiran mecidos por la música de cada estación del año, cálidos en verano, gélidos en invierno o amorosos en otoño, ello sumado a su espectacular arabesque, volvó loca la retina del espectador. Al igual que el baile virtuoso de Belyakov,

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La coreografía de Ilya Zhivoi es muy parecida para cada una de las estaciones. Un trabajo coral dinámico. A destacar los pasos a dos de Kondaurova y Belyakov. Marcó la diferencia para cada estación el acertado vestuario de Sofía Vartanian. Otro acierto es la música de Vivaldi en versión de Max Richter, por el respeto que el músico contemporáneo ha tenido para la partitura de compositor italiano, su aportación con sonidos minimalistas o electrónicos encaja seductoramente en la partitura original.

Ahora un apartado para los nostálgicos, esos que creían que el jueves vivirían una noche mágica. La última vez que el Mariinski actúo en tierras catalanas fue en el año 2011 con su deslumbrante puesta en escena de El corsario. Hacía cuatro décadas que no actuaba en Barcelona, en aquella ocasión el público barcelonés quedó cautivado por esta agrupación, entre su elencosse encontraba un joven y virtuoso Mijail Baryshnikov

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