Opinión

La suerte del Macba

El conflicto entre el museo y el CAP por la capilla de la Misericordia va por su quinto hervor, un dilema moral, dicen algunos, entre la cultura y la salud

El solar donde se propone la ampliación del Macba y, ahora, el CAP.Carles Ribas

No es buena: el Macba (Museo de Arte Contemporanio de Barcelona) pretende ampliar sus instalaciones en la Plaça dels Àngels de Barcelona y ocupar la vecina Capella de la Misericòrdia, una iglesia desafectada que le fue adjudicada al Museo en 2013, pero que no ha usado jamás. Por otro lado, el Centre de Atención Primaria Raval Nord, instalado en un edificio racionalista de mucho mérito en la calle Torres i Amat, no da abasto y pretende también a la Capella.

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No es buena: el Macba (Museo de Arte Contemporanio de Barcelona) pretende ampliar sus instalaciones en la Plaça dels Àngels de Barcelona y ocupar la vecina Capella de la Misericòrdia, una iglesia desafectada que le fue adjudicada al Museo en 2013, pero que no ha usado jamás. Por otro lado, el Centre de Atención Primaria Raval Nord, instalado en un edificio racionalista de mucho mérito en la calle Torres i Amat, no da abasto y pretende también a la Capella.

El conflicto va por su quinto hervor, un dilema moral, dicen algunos, entre la cultura y la salud. Siempre queda bien preguntar: ¿qué salvaría usted en un incendio del Macba, un cuadro matérico de Antoni Tàpies o a una anciana en una silla de ruedas? La respuesta de los más es inmediata: a la anciana, por supuesto. Yo, siempre más prosaico, rompería un vidrio, arrojaría el cuadro por la ventana y me llevaría corriendo a la persona en apuros. Y es que los dilemas morales son frecuentemente engañosos, pues suelen ocultar que hay muchos planteamientos concretos posibles y que cada uno de ellos tiene varias soluciones aceptables.

En realidad, no hay tal dilema, sino dos campañas electorales en el próximo mes y medio, con miles de votos en juego en esta ciudad. Y se entiende bien: todos los vecinos de la ciudad necesitamos atención médica de vez en cuando, pero no todos visitamos el Macba con la misma frecuencia que al médico y muchos de los visitantes de aquel no viven en Barcelona, vienen de fuera, atraídos por el edificio de Richard Meier y su colección de arte contemporáneo, muy cuidada, pero mayormente almacenada por falta de espacio para exponerla.

Luego estos años de procesos políticos y fantasías emocionales han trastocado el funcionamiento de las instituciones: es vistoso que la gerencia territorial de Barcelona del Institut Català de la Salut convocara hace un par de días un paro sanitario de diez minutos en apoyo de los vecinos ocupantes de la Capella de la Misericòrdia, solidarios, sostenían, con el derecho a la salud. Explicar lo anterior a un gestor público de la sanidad de cualquier país europeo me resultaría una tarea de abogacía difícil.

Ahora bien, el Macba tiene mala suerte. Es frágil institucionalmente, pues depende de una fundación y de un consorcio entre Ayuntamiento y Generalitat, con apoyos económicos adicionales de fondos europeos y del Ministerio de Cultura. Es mucha gente con intereses contrapuestos y, ahora, están en pleno celo electoral.

Pero luego, el museo arrastra un problema tras otro desde hace años: en 2015, su entonces director hubo de dimitir después del desorden que él mismo creo con la orden y contraorden sucesivas de cancelar la muestra La bestia y el soberano. Incluía una escultura de nombre irrecordable (Indumentaria inapropiada para conquistar/Haute Couture 04 Transport), en la cual se mostraba al Rey Juan Carlos I sodomizado por Domitila Barrios de Chungara y, esta, a la sazón, por un perro pastor alemán, todo aderezado con cascos oxidados de las Schutzstaffel (“SS”) y flores vomitadas.

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En 2017, el coleccionista francés Philippe Méaille decidió no renovar el préstamo de 800 obras de arte y lenguaje, ante el desorden del procés, y repatrió su colección al Castillo de Montsorau, en el Valle del Loira, ya es mala suerte. No ha sido buena noticia para la ciudad, ni para el país, ni para el Macba.

Y ahora el museo lleva meses en el epicentro de un terremoto político disfrazado de dilema moral que no ha sabido combatir con las buenas y viejas armas del derecho civil: la capella en disputa se la adjudicaron al museo hace cinco años y los civilistas sabemos que la posesión importa y mucho. El Macba debió de haber tomado posesión de la capella hace años, aunque fuera provisionalmente y para mostrar instalaciones temporales. No lo hizo. Mala suerte.

Pablo Salvador Coderch es catedrático de derecho civil.

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