El MNAC da visibilidad al arte catalán de la posguerra

El museo expone un centenar de obras creadas entre 1966 y 1971

La exposición de arte de posguerra y segunda vanguardias del MNAC. Carles Ribas

Después de años de indefinición y de no saber quién tenía que exponer qué entre el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), y pese a que en 2012 se acordó que no hubiera límites cronológicos entre estos museos, el panorama cambia y en poco tiempo la visita al MNAC comenzará con las obras de arte románicas y góticas y terminará con el arte realizado en Cataluña en los años ochenta del sig...

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Después de años de indefinición y de no saber quién tenía que exponer qué entre el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), y pese a que en 2012 se acordó que no hubiera límites cronológicos entre estos museos, el panorama cambia y en poco tiempo la visita al MNAC comenzará con las obras de arte románicas y góticas y terminará con el arte realizado en Cataluña en los años ochenta del siglo XX. Es el empeño del director del museo, Pepe Serra y su equipo, que mañana ponen en marcha un primer acercamiento al arte catalán de la posguerra y las segundas vanguardias con la muestra Liberxina. Pop y nuevos comportamientos artísticos, 1966-1971, comisariada por Alex Mitrani e Imma Prieto (hasta el 22 de abril de 2019). Los dos han reunido un centenar de obras creadas por 40 artistas como Jordi Galí, Silvia Gubern, Carles Duran, Antoni Llena, Amèlia Riera, Antoni Muntadas y Guillem Ramos-Poqui, entre otros, que crearon en diferentes disciplinas, en la Cataluña franquista de estos cinco años y que, pese a eso, innovaron, ante fenómenos exteriores como el pop y la psicodelia. Las obras en su mayor siguen en manos de sus creadores, porque hasta ahora este periodo no se había patrimonializado. La muestra servirá también para que algunas de estas obras pasen a formar parte de la colección del MNAC.

La obra de Lluís Güell en el MNAC.

La exposición —titulada como la radical película Liberxina 90, del olvidado Carles Duran, que no se pudo estrenar por la censura franquista; ya que una en ella unos jóvenes intentaban propagar un gas que “incitaba a la revolución” mediante su intoxicación social-positiva—, comienza con Pim-pam-pop, del Equipo Crónica realizada en 1971, que permite ver todos los elementos del pop y de la lucha contra el poder franquista. Alexandre Cirici creó un corpus de artistas con los artículos que publicó en Serra D’Or, la mayoría olvidados hasta ahora, como Jordi Galí, del que aseguró que era el más innovador y cosmopolita de todos. Amèlia Riera es la autora de una inquietante silla con aspecto de aparato eléctrico para ejecutar; en realidad un sillón de obstetricia que habla de las imposiciones machistas a la mujer; mientras que de Lluís Güell se exhibe una obra realizada con botellas de Coca Cola llena de porquería para protestar contra el imperialismo americano. También se exhiben obras de Enric Satué, América Sánchez, Albert Porta, Eduard Arranz-Bravo, Rafael Bartolozzi, Joan Rabascall, Colita o Antoni Miralda. “Se contaminaron positivamente entre ellos, con una disolución de géneros y con influencias del cine, música y fotografía entre todos”, explica Mitrani, mientras que Prieto asegura que “hay que revisar la historia, corregirla y rellenarla porque hay muchos vacíos”, a la vez que lamenta: “las etiquetas encajonan en una época que nada tenía que ver con las ciudades de referencia para ellos como París, Londres y Nueva York”.

Cuarto con luz ultravioleta y las obras fluorescentes de Albert Porta (Zush / Evru).Carles Ribas

Cuarto oscuro

La exposición permite ver un vídeo inédito de Antoni Muntadas y Primera Muerte, el primer videoarte de España realizado en 1969 por Àngel Jové, Jordi Galí, Silvia Gubern y Antoni Llena que formaban parte del grupo del Maduixer. La exposición reproduce una sala oscura iluminada con una luz ultravioleta en la que se reunía este grupo y realizaba acciones artísticas, igual que en la discoteca Bocaccio o el bar Taifa. En el interior de este cuarto oscuro se exponen obras con pintura fluorescente de Albert Porta (Zush / Evru) llenas de psicodelia. “Se trata de unos de los pequeños grupos que, dispersos, pero conectados, actuaron de semilla para otras corrientes artísticas posteriores”, según los comisarios. Serra explicó que la exposición tiene un coste de 113.000 euros y que “pese a llevarnos a una época triste está llena de alegría y libertad extraordinaria, que genera envidia”.

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La muestra, explicó Mitrani, “es la primera de las anuales de pequeño formato que podrán verse en el MNAC sobre este periodo para reflexionar y revisar a autores olvidados y categorías y jerarquías heredadas”. Según anunció, el mes que viene el museo abrirá dos salas dedicadas al periodo.

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