Cataluña y Valencia, ‘vecinas’ en la Feria del Libro de Fráncfort

La comunidad valenciana recupera 'stand' propio tras casi 10 años de ausencia, con miras a la edición de 2021, cuando España será el país invitado

El stand catalán en la Feria de FránkfurtCarles Geli

Uno de cada tres libros que se venden en España es entre Cataluña y la Comunidad Valenciana. Fabrican, sumadas, 44.000 títulos (138 millones de ejemplares), de los cuales 12.401 son en catalán y valenciano, siempre en mayor proporción para la primera, según datos del sector. Las dos están en la 70.ª Feria del Libro de Fráncfort a escasos metros, situación novedosa no tanto por parte catalana, cuya presencia es tradicional y fija desde 1982, como por la valenciana, más intermitente, y que este jueves reapareció tras casi una década de...

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Uno de cada tres libros que se venden en España es entre Cataluña y la Comunidad Valenciana. Fabrican, sumadas, 44.000 títulos (138 millones de ejemplares), de los cuales 12.401 son en catalán y valenciano, siempre en mayor proporción para la primera, según datos del sector. Las dos están en la 70.ª Feria del Libro de Fráncfort a escasos metros, situación novedosa no tanto por parte catalana, cuya presencia es tradicional y fija desde 1982, como por la valenciana, más intermitente, y que este jueves reapareció tras casi una década de ausencia con un stand propio promovido por la Generalitat Valenciana.

“La crisis y algunas decisiones políticas nos llevaron a desistir hacia 2009, pero se trata desde ahora de dar mayor visibilidad a los autores locales y favorecer la internacionalización del sector, preparándonos para 2021, cuando España será el país invitado de la feria”, apuntó Manel Romero, secretario técnico de la Associació d’Editors del País Valencià. El paquete de medidas pasaría, entre otras iniciativas que se están estudiando, por jornadas de formación, mejoras en las ayudas a la traducción para tener “obras de autores valencianos en alemán para entonces” y “una mayor colaboración con el Institut Ramon Llull [consorcio promovido por la Generalitat de Catalunya, el Gobierno Balear y el Ayuntamiento de Barcelona para promover la cultura catalana al exterior], pero también con el Instituto Cervantes porque en estos 24 años de poder del PP ni con ellos se trabajó”, contextualiza Romero.

Una decena de variopintos sellos (de las más musculadas Bromera o la Institució Alfons el Magnànim a Acen Editorial o Tundra Ediciones), que editan en catalán y/o castellano, así como una quincena de escritores (de Isabel Clara Simó a Manuel Baixauli, pasando por Martí Domínguez, Adolf Beltrán, Anna Moner o Àngels Gregori), conforman una expedición cultural que ha protagonizado diversas mesas redondas y que ha sido sufragada en un 50% por la Generalitat Valenciana, que también ha financiado íntegramente el estand. Allí tuvo un encuentro con todos ellos el presidente de la comunidad, Ximo Puig, acompañado de su plana mayor del sector: el consejero de Educación y Cultura, Vicent Marçà, y la directora general de Cultura, Carmen Amoraga. Para Puig, la iniciativa debe leerse “como el nuevo paradigma de nuestra comunidad, que quiere pasar de epicentro de la corrupción a tener una presencia en el mundo de la cultura y del comercio, para poner en valor el ADN de una sociedad que es abierta y mediterránea, que es lo que caracteriza, precisamente, a la cultura valenciana”.

En el sector se es consciente de que la incorporación de Valencia al consorcio del Ramon Llull ayudaría a la promoción internacional de su cultura; Puig, sin embargo, aseguró este jueves que “durante los últimos 20 años parecía que Valencia no quería saber nada de Cataluña, pero últimamente se diría que es al revés”, dijo en tácita referencia al proceso soberanista catalán.

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La posible integración, en cualquier caso, no parece inminente, máxime cuando quedan apenas ocho meses para las elecciones autonómicas valencianas. A pesar de todo ello, la flamante directora del IRL, Iolanda Batallé, acudió al estand. “Ya haremos, ya haremos”, se limitó a decir sobre la cuestión. Batallé lo tuvo fácil para asistir: apenas debió cruzar el pasillo y caminar una decena de pasos, en tanto el espacio del IRL forma parte, como en los últimos años, del espectacular estand de la representación catalana. Son más de 120 metros cuadrados, imitando en madera las bóvedas góticas de la sala de lectura de la Biblioteca de Catalunya. Ahí se cobijan 22 de las 62 editoriales y 27 agencias catalanas que este año han acudido a la feria. Uno de los sellos residentes en el espacio colectivo, como si de un metafórico puente se tratara, es Bromera, que también tiene presencia en un estand inaugurado este jueves oficialmente sin la, en principio, barajada presencia de la consejera de Cultura, Laura Borràs.

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Fuentes de la comitiva catalana reconocieron que aún no se habían planteado el papel de Cataluña en la edición de 2021 cuando España será la protagonista, si bien recordaron que “todo país invitado está en un área muy concreta y está claro que no dejaremos de tener nuestro propio estand aquí, junto a otros editores internacionales”. En realidad, Cataluña, que participó en el espacio común del pabellón cuando España fue la cultura invitada en 1991, ya mantuvo entonces, como el resto de editoriales catalanas y españolas, estand propio, en la lógica de separar la actividad institucional de la profesional.

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