La huida de Chechu hacia ninguna parte

El hombre muerto en Torres de la Alameda tras un intento de robo trabajaba como repartidor en un restaurante chino de Alcalá

Foto: Jesús V., fallecido el pasado domingo en Torres de la Alameda.

El próximo 13 de septiembre Jesús V. habría cumplido 30 años. El joven, nacido en Alcalá de Henares, murió el pasado domingo tras un enfrentamiento con la policía municipal en Torres de la Alameda, un municipio al este de Madrid de apenas 8.000 habitantes. Los agentes abrieron fuego disuasorio contra él tras protagonizar un intento de robo en una tienda de la localidad a la que entró armado con un machete en circunstancias que su entorno no se explica.

A la espera de lo que determine la autopsia, la versión oficial sobre su mue...

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El próximo 13 de septiembre Jesús V. habría cumplido 30 años. El joven, nacido en Alcalá de Henares, murió el pasado domingo tras un enfrentamiento con la policía municipal en Torres de la Alameda, un municipio al este de Madrid de apenas 8.000 habitantes. Los agentes abrieron fuego disuasorio contra él tras protagonizar un intento de robo en una tienda de la localidad a la que entró armado con un machete en circunstancias que su entorno no se explica.

A la espera de lo que determine la autopsia, la versión oficial sobre su muerte apunta a las heridas que se autoinfligió con un arma tras intentar huir con una rehén del lugar del incidente. El disparo, aseguran los agentes, impactó en la pierna.

“Jesús no era un ladrón. Vamos a luchar para que se sepa la verdad”, afirma Israel Lojo, amigo desde la infancia. Sus familias, asegura, ya eran íntimas antes de que ellos nacieran. Lo describe como un joven normal, muy trabajador y al que “todo el mundo le quería porque era una buena persona”. Otra amiga suya, Rocío, cuenta de camino al tanatorio que su entorno está destrozado: “Me han matado a mí con él. Era como de mi familia”.

Chechu tenía un hermano y una hermana mayores, era huérfano de madre desde la adolescencia y vivía con su padre en Nueva Alcalá, un barrio de Alcalá de Henares. Aficionado a la Fórmula Uno y a todo tipo de deportes, el joven dejó muy pronto los estudios para trabajar. Durante el último año lo hacía como repartidor en el restaurante chino City de Oro de la ciudad complutense. La propietaria del establecimiento, que no ha querido revelar su identidad, explica a EL PAÍS que el fallecido era uno de sus siete empleados, pero que no iba a trabajar desde el jueves. “Nunca dio problemas”, asegura. “Se ausentó por una discusión con su novia. Un amigo nos dijo que habían salido de fiesta y que habían tomado algunas drogas”.

“Chechu no tenía novia”, desmiente su amigo Lojo. “Desconozco si estaba metido en algún problema, al menos no lo contó, pero no necesitaba robar para tener dinero porque él era autosuficiente”. Lojo evita valorar, sin embargo, si su amigo tomaba estupefacientes, como han comentado algunos testigos de su persecución por las calles de Torres de la Alameda. El alcalde, Carlos Sáez (PSOE), cree que “no estaba en su sano juicio”, aunque reconoce que hay que esperar a los resultados de la autopsia.

Las sustancias adictivas pudieron hacerle perder el control de sí mismo, entrar en un negocio regentado por ciudadanos chinos, tomar a una trabajadora como rehén mientras portaba un cuchillo y obligarla a subir a un coche para dirigirse a la gasolinera para robar. “Decía ‘yo te mato, yo te mato’. Escapé en la gasolinera porque me ayudó la gente”, explicaba este lunes la mujer ante las cámaras de Telemadrid. Chechu volvió a subir al coche para huir y se inició una persecución por las calles del municipio, que acabó en un parque cercano al cementerio.

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“La policía reconoce que nunca había visto a nadie tan agresivo. Salió en busca de los agentes con el cuchillo, autolesionándose, y diciendo que lo mataran. Fue a por un policía y este le disparó en la pierna”, sostiene el regidor.

Los amigos desconfían

Los amigos de Chechu desconfían de las versiones difundidas. “Estamos alucinando. Nadie que lo conociese se esperaría algo así. No nos vamos a quedar de brazos cruzados”, afirma Lojo, que considera que la muerte de su colega no está clara. “A una persona hay que reducirla, no dispararla. Eso solo se hace en países tercermundistas”, se queja su amiga Rocío. Otra persona cercana, Desirée, reconoce que “es una cosa que no nos creemos, pero no estábamos allí para saberlo”.

En opinión de Lojo, su amigo era alguien de trato cercano que “no tenía nada suyo, por eso contaba con muchos amigos a pesar de ser introvertido y costarle expresar sus sentimientos”. De él cuenta que era muy deportista y que “le daba igual el boxeo, el fútbol o el motociclismo”.

La autopsia practicada este lunes determinará si Chechu murió por las lesiones que él mismo se ocasionó con un arma blanca, por el disparo que recibió en una pierna por parte de un agente o por otra circunstancia. De momento el caso sigue bajo secreto de sumario.

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