Las playas de Barcelona, de nuevo un gimnasio al aire libre

Centenares de personas practican a diario todo tipo de deportes en la arena o dentro del agua

Una mujer hace gimnasia en una playa de Barcelona.JOAN SÁNCHEZ

Vuelve Perséfone. Dice la mitología griega que cada seis meses la hija de Deméter, diosa de la naturaleza, regresa del Inframundo. Al llegar, la alegría de su madre se refleja en el clima, las flores, la primavera y finalmente el verano. Las aguas del Mediterráneo también se remueven, y la arena de las playas de Barcelona aumentan su temperatura para volver a acoger a los centenares de usuarios que aprovechan cada día este entorno para practicar todo tipo de deportes, de mayor o menor intensidad, en los cinco kilómetros de costa o en el interior del mar.

Entre mayo y septiembre, las pla...

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Vuelve Perséfone. Dice la mitología griega que cada seis meses la hija de Deméter, diosa de la naturaleza, regresa del Inframundo. Al llegar, la alegría de su madre se refleja en el clima, las flores, la primavera y finalmente el verano. Las aguas del Mediterráneo también se remueven, y la arena de las playas de Barcelona aumentan su temperatura para volver a acoger a los centenares de usuarios que aprovechan cada día este entorno para practicar todo tipo de deportes, de mayor o menor intensidad, en los cinco kilómetros de costa o en el interior del mar.

Entre mayo y septiembre, las playas de la capital acogen cada año a cinco millones de personas: unos toman el sol, otros nadan, los hay que pasean o corren, que juegan a voleibol, que suben a una embarcación o que simplemente miran a los demás.

Axel espera a sus alumnos en la Barceloneta a 24 grados. Su entrenamiento, con combinaciones de boot camp, militar y funcional, produce llantos en los cuatro participantes. Comienzan con un leve estiramiento, siguen los movimientos articulares y el sudor cae sin haber empezado a correr.

Los cuatro kilómetros de las siete playas de Barcelona (Sant Sebastià, Barceloneta, Nova Icària, Bogatell, Mar Bella y Nova Mar Bella), hacen de sus arenas un lugar privilegiado para la actividad física. Algunas más concurridas que otras, auspiciadas por el turismo, reciben cerca de cinco millones de personas entre mayo y septiembre. En otras se prioriza la quema de calorías por encima de la ganancia, como aquellos que asisten a verlos, mientras toman unas cañas. Los alumnos de Axel son una atracción turística más.

Al mediodía la playa está abarrotada. Unos hacen barras, otros lagartijas, y no faltan los simples casuales. Los hay que trotan o practican [TEX]yoga, zumba, baile rítmico o pilates [/TEX]en una colchoneta la arena. Además, las canchas de voleibol se copan de practicantes, esporádicos y habituales. Los turistas, anonadados, toman fotografías. Mientras, los cuatro alumnos de Axel corren, levantan kettlebells, hacen pushups, sentadillas, ejercicios de bíceps y tríceps con bandas elásticas y terminan con sprints. A pocos metros, cerca del Espigón de Gas, los más experimentados representan un show digno del Circo del Sol.

La práctica del windsurf, paddle surf, natación y hasta kayak son aclamados por los amantes acuáticos y en el paseo marítimo se pueden alquilar los útiles necesarios. También tomar cursos, por entre 20 y 110 euros.

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Axel da unos segundos para la hidratación. Se viene una serie pesada. Son diez sprints y se quemarán muchas calorías. En verano o con temperaturas altas, un deportista tendría que ingerir un mínimo de tres litros de agua al día, dicen los médicos.

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