Seguimiento desigual en la huelga de museos de Barcelona

Los trabajadores reclaman contratos fijos indefinidos y la equiparación de jornada y salario a todos los centros

Un piquete delante del Museo Picasso de Barcelona este martes.Carles Ribas (EL PAÍS)

Una pareja de turistas, entrada en mano, se decidió a pasar por debajo de las pancartas que disuadían a entrar en el Museo Picasso de Barcelona y una vez dentro fueron recibidos con pitidos y una ruidosa cacerolada. Las salas de uno de los principales centros culturales de la capital catalana registraban una inusitada calma. Lo mismo ocurría en la tienda y en la librería del museo. En el espacio de las audioguías ni rastro de las habituales colas. En contraste con el Picasso, la normalidad era prácticamente absoluta en la también céntrica Fundación Tàpies. Por contra, las salas de exposiciones...

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Una pareja de turistas, entrada en mano, se decidió a pasar por debajo de las pancartas que disuadían a entrar en el Museo Picasso de Barcelona y una vez dentro fueron recibidos con pitidos y una ruidosa cacerolada. Las salas de uno de los principales centros culturales de la capital catalana registraban una inusitada calma. Lo mismo ocurría en la tienda y en la librería del museo. En el espacio de las audioguías ni rastro de las habituales colas. En contraste con el Picasso, la normalidad era prácticamente absoluta en la también céntrica Fundación Tàpies. Por contra, las salas de exposiciones del DHUB estuvieron cerradas, como el Museo de la Música.

Los principales museos de Barcelona habían convocado este martes una huelga para reivindicar que todos sus trabajadores pasen a ser fijos indefinidos. El sindicado Solidaridad y Unidad de los Trabajadores (SUT) pide la eliminación de los acuerdos de horas complementarias obligatorias, la recuperación de festivos trabajados y la equiparación de todos los centros en jornada y salario. La jornada reivindicativa se extendía al Picasso, Sala Ciutat, el Macba y el CCCB (gestionados en algunos de sus servicios por Magmacultura); el Museo del Diseño, el Archivo Histórico, Fabra y Coats, el Museo de la Música, la Fundación Tàpies, la Fundación Miró y el CCCB (por trabajadores de Ciutart). La empresa Magmacultura restaba importancia al impacto del paro

El impacto de la huelga ha tenido más visibilidad en el Picasso ya que los piquetes se instalaron desde primera hora de la mañana para disuadir del acceso al centro. "Las salas y todos los espacios expositivos se han abierto con normalidad", precisaba un portavoz del museo. Una "normalidad" relativa porque la mayor parte de los visitantes optaban por no entrar al encontrarse con los piquetes que les informaban en inglés del por qué del paro. "Ni una quinta parte de lo que es un día habitual" comentaba una de las trabajadoras de una empresa no afectada por la convocatoria. En la Fundación Tàpies el día se desarrollaba con normalidad, mientras que en el CCCB solo una de las ocho salas que componen la exposición Después del fin del mundo no se ha podido abrir porque los monitores encargados de ese espacio sí estaban en huelga. En la Fundación Miró la exposición permanente ha permanecido abierta, así como las taquillas. En cambio, no han podido ser abiertas al público las dos temporales.

El 27 de marzo el SUT desconvocó un paro -como el de hoy- después de que, según este sindicato, el Departamento de Trabajo "impusiera" unos servicios mínimos que suponían "la anulación completa del derecho de huelga" de los trabajadores de los museos de Barcelona. Para el SUT, esta imposición es una "interpretación delirante del decreto franquista RDL 17/1977 que representa el 63% del personal de sala al Museo Picasso y del 57% a la Fundación Miró", entre otros.

En un comunicado, el sindicato criticaba que, "amparándose en el hecho que hay que garantizar la seguridad”, las empresas habían determinando unos servicios mínimos que "en realidad sirven para abrir los museos incluso con un seguimiento completo de la huelga". El personal de los museos también reclama abrigos, uniformes y calzado adecuado; que se considere la hora de comer como de trabajo, además de otras consideraciones, como que el mobiliario sea ergonómico y que se superen de manera automática todos los periodos de prueba actuales.

En relación con el conflicto, el concejal de Cultura, Joan Subirats destacó que se seguía dialogando con las empresas “para intentar llegar a un acuerdo”.

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