ROCK The Horrors

Casi perfectos, casi The Horrors

Los chicos de Essex atacaron con ganas en Madrid y generaron casi el mismo entusiasmo que en sus inicios.

The Horrors el jueves en su actuación en la sala But de Madrid. Noemí del Val

El encanto británico, musicalmente hablando, puede verse de dos maneras. Una, desde esas bandas con mucha fe, provenientes de periferias deprimidas. Las más talentosas de mundo, porque llevan en su mochila a Deep Purple, el punk, el post punk y todo lo que había entre medias. Bandas autogestionadas, con lo poco que tienen a mano, que hacían discos excelsos. El segundo encantamiento viene de la producción. Reino Unido sabe mucho de esto, y de cómo enganchar el talento y darle un sonido límpido.

The Horrors están ahora en el punto medio. ...

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El encanto británico, musicalmente hablando, puede verse de dos maneras. Una, desde esas bandas con mucha fe, provenientes de periferias deprimidas. Las más talentosas de mundo, porque llevan en su mochila a Deep Purple, el punk, el post punk y todo lo que había entre medias. Bandas autogestionadas, con lo poco que tienen a mano, que hacían discos excelsos. El segundo encantamiento viene de la producción. Reino Unido sabe mucho de esto, y de cómo enganchar el talento y darle un sonido límpido.

The Horrors están ahora en el punto medio. Unos chicos aburridos de cerca de Essex decidieron hacer música. Se lo guisaron hasta su cuarto disco. Destrozaban los escenarios, porque no debían nada a nadie. En su estudio desvencijado experimentaban con su sonido y les daba igual hasta dónde llegara. Y se inmiscuyeron en la psicodelia con el desparpajo de ningún grupo actual. Y compusieron Moving further away, un tema del que Sonic Youth debería ser deudor.

Ayer en el concierto de la sala But, organizado por SON Estrella, como en sus últimas giras, no lo tocaron. No les hizo falta. Atacaron con ganas su último disco V, que produjo el que produce a Coldplay. Su vena inicial a lo New York Dolls se difuminó en sonidos perfectos y poses perfectas, carne de estadios. A Faris Badwan, el cantante, le sienta rematadamente bien su silueta recortada contra los focos estroboscópicos, con la rodilla flexionada y el pie en el monitor. Cayó alguna de Skying y tocaron, cómo no, Within a sea y su sintetizador virtuoso que pega por la espalda. Sonaron inmaculados y gustaron. Y cerraron con Something to rememeber, la canción de su último disco que más se parece a sus primeros discos. Y casi, generaron el mismo entusiasmo que al principio.

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