Crítica

Grito de dolor en Torroella

Soqquadro Italiano mezcla música, danza y canto en su versión de Stabat Mater de Vivaldi

Vincenzo Capezzuto, durante su actuación.MARTÍ ARTALEJO

Interesante, original y ambiciosa es la propuesta del grupo Soqquadro Italiano, que lidera el bailarín y contratenor Vincenzo Capezzuto y el dramaturgo y director de escena Claudio Borgianni, que en la noche del pasado viernes ofreció su personal versión del Stabat Mater de Vivaldi en el Festival de Torroella de Montgrí. Un espectáculo que fusiona armoniosamente música, canto y danza, que globalmente resulta atractivo y convincente, pero que individualmente de sus partes salen vencedoras la música y el canto por encima de la danza. El sobrecogedor grito de dolor del ...

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Interesante, original y ambiciosa es la propuesta del grupo Soqquadro Italiano, que lidera el bailarín y contratenor Vincenzo Capezzuto y el dramaturgo y director de escena Claudio Borgianni, que en la noche del pasado viernes ofreció su personal versión del Stabat Mater de Vivaldi en el Festival de Torroella de Montgrí. Un espectáculo que fusiona armoniosamente música, canto y danza, que globalmente resulta atractivo y convincente, pero que individualmente de sus partes salen vencedoras la música y el canto por encima de la danza. El sobrecogedor grito de dolor del Stabat Mater cobró gran actualidad en Torroella cuando los intérpretes y el Festival dedicaron el espectáculo a las víctimas y familiares de los atentados de Barcelona y Cambrils.

Soqquadro Italiano basa su trabajo en la experimentación cultural con la opción de deconstruir y reconstruir como principio fundamental. Con el Stabat Mater de Vivaldi toman como inspiración el cuadro de La Crucifixión de Masaccio, que se encuentra en el Museo Capodimonte de Nápoles. Claudio Borgianni, además de dirigir el espectáculo, se responsabiliza de los arreglos musicales para saxo, clarinete, melódica, clavicémbalo, percusión, piano de juguete, contrabajo y electrónica en directo, dotando a la música de Vivaldi de una inusitada contemporaneidad convincente.

La voz del bailarín Vincenzo Capezzuto es muy particular, inclasificable. No es un contratenor al uso, su voz aguda es natural y de una gran belleza. Los fragmentos del Stabat Mater que cantó encandilaron al público. Los fragmentos de danza son, sin embargo, más discutibles. Capezzuto posee una sólida formación técnica adquirida en la Escuela de Ballet del Teatro San Carlo de Nápoles, donde se graduó, y a su larga experiencia en compañías como el Ballet Argentino de Julio Bocca, el English National Ballet o Aterballeto, pero la coreografía de Mauro Bigonetti, director del Ballet de la Scala de Milán, pese al patetismo con que impregna su gesto, no logra emocionar.

A lo largo del espectáculo, Capezzuto alterna canto con danza en un baile inspirado por momentos en el gesto de María Magdalena en el cuadro de Masaccio, a la que se ve de espaldas, arrodillada y en actitud compungida con los brazos en alto, actitud que el bailarín repitió una y otra vez. En numerosos fragmentos de su baile utiliza una tela roja, que ora es un sudario, ora un paño de lágrimas y que cuelga del pantalón a modo de cola. Según palabras del propio Capezzuto, la tela roja simbolizará el amor, el amor de un hombre que murió por los demás.

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