ROCK Corizonas

Greñas mesetarias

El septeto sufre un pinchazo de público en La Riviera pero se muestra más ecléctico que nunca

El grupo Corizonas durante una gira.

Ya saben. Corizonas es la simbiosis de dos bandas, Los Coronas y Arizona Baby, de las que además provienen fraternales ramificaciones: Sex Museum en el primer caso, El Meister en el segundo. Pero, por lo visto anoche en una Riviera con apenas media entrada, la confluencia es la más excitante y elaborada de todas las formulaciones. Por la electricidad torrencial de sus tres guitarristas kamikazes. Porque Javier Vielba a veces descansa como vocalista y contribuye a la demolición como batería postizo. Y porque la asunción del castellano los hace más verosímiles...

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Ya saben. Corizonas es la simbiosis de dos bandas, Los Coronas y Arizona Baby, de las que además provienen fraternales ramificaciones: Sex Museum en el primer caso, El Meister en el segundo. Pero, por lo visto anoche en una Riviera con apenas media entrada, la confluencia es la más excitante y elaborada de todas las formulaciones. Por la electricidad torrencial de sus tres guitarristas kamikazes. Porque Javier Vielba a veces descansa como vocalista y contribuye a la demolición como batería postizo. Y porque la asunción del castellano los hace más verosímiles: ya no son unos Jayhawks macarrónicos y mestizos, sino unos legítimos rockeros greñudos de la meseta.

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El abanico se amplía, y eso siempre es riqueza. Los chicos malotes que invocan a Black Sabbath también son capaces ahora de rubricar Yo quiero ser yo, que parece un inédito que Los Brincos no se atrevieron a divulgar por miedo a que los confundieran con The Kinks. Vielba ondea sus barbas de científico chaveta mientras la trompeta casi siempre evoca a un mariachi beodo y la insólita Las paredes bailan sugiere claustrofobia lisérgica. De la etapa previa sigue reluciendo la magnífica Run to the river, pero ahora se agradece el acíbar de Vivir y no pensar o la sorna en Trabalenguas. Bien, bien.

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