La fiesta no era aquí

El partido de Albert Rivera desplaza toda su fuerza a Madrid. Ni siquiera Arrimadas estuvo acompañando a los militantes en Barcelona

A Ciudadanos le ha sobrado media campaña. Ciutadans quizá se la podía haber ahorrado entera. En Cataluña, el partido de Albert Rivera ha jugado al despiste sin poder disimular el entusiasmo por empezar a pisar moqueta en la capital. Y ayer, sobre todo antes de conocer los resultados, la fiesta en la que todos querían estar era la de Madrid. A ratos parecía que la irrelevante representación del hotel de Sants (unos 50 militantes y algunos miembros de la directiva) había perdido a los chinos los billete...

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A Ciudadanos le ha sobrado media campaña. Ciutadans quizá se la podía haber ahorrado entera. En Cataluña, el partido de Albert Rivera ha jugado al despiste sin poder disimular el entusiasmo por empezar a pisar moqueta en la capital. Y ayer, sobre todo antes de conocer los resultados, la fiesta en la que todos querían estar era la de Madrid. A ratos parecía que la irrelevante representación del hotel de Sants (unos 50 militantes y algunos miembros de la directiva) había perdido a los chinos los billetes del AVE con los que los otros ya empezaban a salir por televisión desde el salón de actos de un gran hotel junto al Santiago Bernabéu. Alguien tenía que quedarse.

Y gracias. Porque no estaba claro ni que C'S fuera a seguir la noche electoral desde Cataluña. Al final, el garito del partido se instaló en el hotel Barceló Sants, una protuberancia arquitectónica con referencias a la Odisea en el Espacio de Kubrick en sus salones y acoplada en la propia estación. Una espontánea metáfora de las ganas de pillar el tren a la capital que reina en el partido desde hace tiempo. Ni siquiera la jefa de la oposición en el Parlament de Cataluña corría por aquí. Algunos militantes se quejaban de ello amargamente. Pero Arrimadas también estaba en Madrid. En la Sexta, para más señas, comentando la jugada.

En el aburrido retén de Sants el partido dejó al bueno de Juan Carlos Girauta, por eso de que alguien tenía que quedarse y que él era el cabeza de lista de Barcelona. Aunque él ya había avisado de que eso no quiere decir que deba defender los intereses de Cataluña. Porque la única nación -sostiene- es España, y punto. Así que es fácil suponer en qué fiesta prefería estar también.

Mucho antes de al candidato, sacaron a pasear bocadillos y a algún militante (el espectro estético en C’S se desliza con desconcierto del piercing a las perlas). Pero Juan Carlos no iba a salir hasta que lo hiciese Albert en Madrid, insistía una encargada de prensa. Aparecían, eso sí, los resultados. Cada vez peores. Mal rollo. “El problema es que los últimos diez días no salimos apenas en 13TV. Nos llamaban fachas, pero nos daba votos”, analizaba a golpe de brocha gorda un militante. Y sale al fin Girauta y proclama que todo empezó en Barcelona. Aunque una palabra de los resultados obtenidos por él. A esa hora todos sabían ya que esta noche la fiesta no iba a ser aquí. Pero vistos los resultados, quizá tampoco en Madrid.

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