‘Delicatessen’ en el MNAC

El museo expone 19 exquisitos bodegones del siglo XVII prestados por un anónimo

El museo expone 19 exquisitos bodegones del siglo XVII prestados por un coleccionista anónimo.gianluca battista

Sano, sin lesión ni menoscabo, inalterado, intacto, quieto y muerto. "Incólume" es el título escogido para mostrar una colección de 19 bodegones o naturalezas muertas del Siglo de Oro español excepcionales, la mayoría inéditas y ninguna anteriormente expuesta. Ahora, pueden verse desde ayer hasta finales de febrero en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) tras ser cedidos por cinco años por un coleccionista que ha exigido mantenerse en el anonimato, pese a su importante labor de filantropía cultural...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Sano, sin lesión ni menoscabo, inalterado, intacto, quieto y muerto. "Incólume" es el título escogido para mostrar una colección de 19 bodegones o naturalezas muertas del Siglo de Oro español excepcionales, la mayoría inéditas y ninguna anteriormente expuesta. Ahora, pueden verse desde ayer hasta finales de febrero en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) tras ser cedidos por cinco años por un coleccionista que ha exigido mantenerse en el anonimato, pese a su importante labor de filantropía cultural; algo también excepcional. El título hace referencia a la capacidad que tiene la pintura de perpetuar en el tiempo —como si fuera una foto fija—, la frescura pasajera de las flores y plantas o el vigor de la fruta y verduras recién cogidas y dispuestas para ser preparadas o comidas. Las obras, dignas de aparecer en cualquier catálogo están firmadas por los grandes del género, como por ejemplo Juan van der Hamen, Pedro de Camprobín, Juan de Arellano, Tomás Hiepes, Juan de Espinosa, Agustín Logón y así hasta 10 autores.

Joan Yeguas, conservador del área de Arte del Renacimiento y Barroco del MNAC y comisario de la muestra, explica junto a estas obras, iluminadas de forma individual para realzar las piezas como si fueran delicatessen listo para degustarse, que solo dos de los artistas estaban representados en el fondo del museo (Juan van der Hamen y Pedro de Camprobín). De las obras destaca, convencido, el hecho de que pese a que muchas de ellas son novedad en la historiografía del arte, “su calidad hará que pronto sean obras de referencia”.

'Bodegón con cesta de frutas', de Juan van der Hamen. Hacia 1622-1623.

Las pinturas, que abarcan un periodo de tiempo de 50 años, entre 1620 y 1670, “un momento en el que las obras españolas presentan unas características diferentes del resto de Europa”, comienzan con una del Maestro de Stirling-Maxwell, que muestra una despensa de un hogar campesino en el que se han dispuesto frutas y verduras de forma ordenada. “Se trata de una naturaleza domesticada por la acción humana”, explica. Con la misma idea prosiguen dos obras de Juan van der Hamen, uno de los autores más conocidos de este tipo de obras; casi todas con título interminable y muy descriptivo: Cardo con cesta de manzanas, zanahorias, cidra y naranjas colgadas (1622) y Bodegón con cesta de fruta (hacia 1622).

La composición, siempre austera y sobria, avanza hacia la mesa puesta y la representación minuciosa de los objetos, que aparecen, casi siempre, de forma elegante. Aquí destacan las obras de Agustín de Logón (1640) o una de Tomás Hiepes (1645). En otras composiciones se introducen elementos metálicos o cerámicos, como las granadas de Van der Hamen de 1629, las manzanas, nueces, uvas y bellotas de Juan de Espinosa, la cesta con ciruelas y raja de melón de un autor anónimo del Círculo de Zurbarán o la minúscula y apetitosa composición de un plato de higos de Pedro de Camprobín realizada en 1656.

'Plato de higos', de Pedro de Camprobín (hacia 1656).
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

En una exposición como esta no podían faltar los jarrones de flores, una de las variantes o subgénero del bodegón. En este caso con tres obras excepcionales. Una del mismo Camprobín de 1667, otra de Juan de Arellano de 1670 y una tercera de Antonio de Ponce, pintada entre 1635 y 1640. También forma parte de esta escogida selección de obras que abren el apetito del espectador, una vanitas, en la que se reflexiona sobre la fugacidad de la vida a partir de elementos como la llama de una vela apunto de apagarse o los libros con páginas arrugadas.

Nueva presentación

El depósito de las piezas ha permitido su estudio y documentación en profundidad y ha llevado a que cinco de ellas “cambiaran de atribución”, según Yeguas. Las obras se incorporarán, “por un periodo de cinco años renovables” a los fondos de pintura de Renacimiento y Barroco del MNAC: unas 750 obras de las que se exponen un centenar, muchas de ellas procedentes de donaciones y legados de particulares; “unas vías alternativas de ingreso que van cobrando una gran importancia en el contexto actual de fuertes restricciones económicas”, comenta Pepe Serra, el director del MNAC.

De todas las obras del periodo, solo unas 120 son obras del siglo XVII. “El fondo más conocido internacionalmente, incluso más que el románico y el gótico, ya que son las que más viajan al ser reclamadas por museos de todo el mundo, como son las de Velázquez, Ribera, Zurbarán, Maíno o Ribalta”, subraya Yeguas. En 2016, coincidiendo con la Mercè, el museo inaugurará una nueva presentación de este periodo, donde los 29 nuevos bodegones tendrán un papel importante. La nueva presentación también incorporará y hará visible el Legado Cambó y las obras del periodo de la colección Thyssen-Bornemisza, como una magnífica tabla de Fra Angelico.

Sobre la firma

Archivado En