Crítica

Bel canto acelerado

Regresa al Liceo Don Pasquale, la genial ópera bufa de Gaetano Donizetti

Una escena de la ópera Don Pasquale, de Donizetti, que el martes pasado se estrenó en el Liceo barcelonésANTONI BOFILL

Laurent Pelly se siente a gusto en la comedia. Gags, efectos y movimiento escénico se inspiran en la música, fruto de un meticuloso trabajo que convierte la partitura en su hoja de ruta teatral. Ha firmado notables montajes en el Liceo —Cendrillon, de Massenet, es el más logrado— y regresa con Don Pasquale, la genial ópera bufa de Gaetano Donizetti que llevaba casi treinta años sin representarse en el coliseo de la Rambla. La huelga de acomodadores, que protestaban con silbatos y megáfonos en las puertas del teatro, obligó al público a validar las entradas y buscar por su cue...

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Laurent Pelly se siente a gusto en la comedia. Gags, efectos y movimiento escénico se inspiran en la música, fruto de un meticuloso trabajo que convierte la partitura en su hoja de ruta teatral. Ha firmado notables montajes en el Liceo —Cendrillon, de Massenet, es el más logrado— y regresa con Don Pasquale, la genial ópera bufa de Gaetano Donizetti que llevaba casi treinta años sin representarse en el coliseo de la Rambla. La huelga de acomodadores, que protestaban con silbatos y megáfonos en las puertas del teatro, obligó al público a validar las entradas y buscar por su cuenta sus asientos, retrasando diez minutos el inicio de una función que transcurrió sin incidentes.

El montaje es una coproducción del Festival de Nuevo México (Estados Unidos), que lo estrenó el pasado verano, la Ópera de San Francisco y el Liceo. Tiene un ritmo endiablado que garantiza la diversión, pero no da respiro a los cantantes con un movimiento escénico acelerado; corren y gesticulan sin parar, y esa hiperactividad, entretenida para el espectador, añade presión innecesaria a las voces, que apenas encuentran momentos de reposo para cuidar la proyección y los matices del canto.

Visualmente, Pelly se inspira en el cine italiano, en las clásicas comedias de Sordi, Gasmann y Mastroianni, para contarnos las desventuras del viejo y patético Don Pasquale, que quiere casarse con la joven prometida de su sobrino a cualquier precio y acaba viviendo una pesadilla cruel, irónica y, como estamos en el mundo de la ópera bufa, divertida y con un toque sentimental. No acaba de funcionar, por artificiosa, la gestualidad de los personajes, que Pelly considera arquetipos de la commedia dell´arte.

DON PASQUALE

Lorenzo Regazzo, Valentina Nafornita, Juan Francisco Gatell, Mariusz Kwiecien, Marc Pujol. Coro y Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo. Dirección musical: Diego Matheuz. Dirección escénica: Laurent Pelly. Liceo, 16 de junio.

Quizá contagiado por el trasiego escénico, el joven director venezolano Diego Matheuz, debutante en el Liceo, pisa fuerte el acelerador en una versión ágil y fluída que aprovecha los momentos de mayor remanso lírico para subrayar el encanto melódico y los detalles más finos de la partitura.

Muy irregular el reparto, encabezado por una voz debutante en el teatro barcelonés, el bajo-baritono Lorenzo Regazzo; su Don Pasquale es musical y no se pasa de rosca en la comicidad del personaje, pero costaba oirle en muchos pasajes por su escasa potencia. Limitado también en cuestiones de volumen e intensidad el tenor Juan Francisco Gatell, voluntarioso Ernesto, de voz demasiado blanca en un papel temible por su altísima tesitura.

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Triunfaron en el montaje otras dos voces debutantes. La soprano Valentina Nafortita brilla teatralmente con una Norina de armas tomar, maliciosa y felina en sus movimientos, de voz ligera, muy atractiva, hábil sorteando los escollos de una línea de canto ricamente ornamentada y más bien justa en los agudos. Por su parte, el barítono Mariusz Kwiecienc luce sus generosos medios líricos en un rotundo y bien perfilado Malatesta. Correcto el bajo Marc Pujol en el papel de notario y bien el coro en sus dos intervenciones.

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