“¡Qué sinvergüenzas, se han ido!”

Ramón Laso, que mató a su mujer y a su hijo, juzgado ahora por dos nuevos asesinatos

Ramón Laso, escoltado por los agentes de los Mossos, ayer en la Audiencia de Tarragona.JOSEP LLUÍS SELLART

Mercedes Lamas, vecina de Els Pallaresos (Tarragonès), empezó a sospechar que algo marchaba mal cuando, en lugar de su marido, Maurici Font, fue a recogerla del trabajo en el Hospital Joan XXIII la pareja sentimental de su hermana, Ramón Laso. Eran las 15:30 horas del 27 de marzo de 2009. Laso, recordó ayer Mercedes, estaba “sentado en una silla, todo sudoroso, como si hubiera hecho una maratón, todo rojo, no articulaba palabra, no llevaba sus gafas y tenía un rasguño en la nariz”. “Le pregunté ...

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Mercedes Lamas, vecina de Els Pallaresos (Tarragonès), empezó a sospechar que algo marchaba mal cuando, en lugar de su marido, Maurici Font, fue a recogerla del trabajo en el Hospital Joan XXIII la pareja sentimental de su hermana, Ramón Laso. Eran las 15:30 horas del 27 de marzo de 2009. Laso, recordó ayer Mercedes, estaba “sentado en una silla, todo sudoroso, como si hubiera hecho una maratón, todo rojo, no articulaba palabra, no llevaba sus gafas y tenía un rasguño en la nariz”. “Le pregunté qué pasaba y me dijo: ‘¡Qué sinvergüenzas, se han ido!”, refiriéndose a Maurici y a la hermana de Mercedes y pareja de Laso, Julia Lamas.

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Laso, de 59 años, le aseguró que Maurici y Julia se habían fugado juntos para empezar una vida en común y, según Mercedes, a continuación le contó una historia que le sonó a rocambolesca. “Me dijo que a las 13 horas fue a buscar a mi hermana, que allí se encontró a Mauri y a nuestro coche. Que Mauri le dijo que ellos querían hacer su vida juntos, que se iban, y que mi hermana le tiró las llaves del trabajo”. Desde ese día nadie ha vuelto a ver con vida a Julia, portera de un céntrico edificio de la Rambla de Tarragona, ni a Maurici, celador del Hospital Joan XXIII. Sus cadáveres tampoco han sido encontrados.

Mercedes rememoró ayer estos angustiosos momentos en la Audiencia de Tarragona donde un jurado popular juzga a Laso, acusado de las dos muertes. Laso, frío, calculador, encantador y de mirada penetrante, según su entorno, es en realidad un parricida convicto.

Laso logró mantener oculto su pasado criminal a sus allegados: En 1993 fue declarado culpable por simular el suicidio de su primera mujer dejando su cuerpo en la vía del tren y después provocó un accidente de coche en el que murió su hijo para cobrar el dinero del seguro. Fue condenado a 57 años, aunque se benefició de varias rebajas de condena y en 1999 ya se encontraba en libertad condicional.

Cuando salió de la cárcel Laso rehízo su vida. Tanto es así que en 2006 convivía Julia en un chalet en Els Pallaresos, a cien metros de Maurici y Mercedes. El fiscal sostiene que Laso mató a Julia y a su cuñado Maurici por motivos sentimentales: El presunto homicida inició en paralelo una aventura “que pudo durar dos o tres años” con Mercedes y “para poder continuar la relación sentimental” Laso “decidió matar a Julia y Maurici, ocultar sus cuerpos y simular que se habían ido juntos”, concluye la fiscalía.

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Mercedes admitió ayer haber mantenido relaciones sexuales con su cuñado, “no más de cinco encuentros” en una caseta del huerto del Laso. “Quizás se obsesionó conmigo”, dijo Mercedes, que justificó la infidelidad por el mal estado de salud de Maurici.

El fiscal dice que Laso cometió los asesinatos para poder seguir su relación con su cuñada

Laso, según Mercedes, le llegó a decir que “vivir con mi hermana era un calvario y que mi marido era un bulto con ojos que no me servía para nada”. Mercedes empezó a sospechar de la versión de Laso porque Maurici le dijo que esa mañana había quedado con él para ir al huerto. Laso, en cambio, después se lo negó. A Mercedes le acabó de descuadrar llegar a su casa y encontrar todas las pertenencias de Maurici, y su medicación. También la frialdad con la que actuó Laso ante la hipotética fuga. Por eso acudió al huerto de su cuñado. Allí vio los restos de una hoguera. “Cogí una rama, escarbé un poco, pero todo eran cenizas”, explicó ayer.

Mercedes dice que “estaba hundida”, así que quedó con una vecina. Esta resultó ser funcionaria de prisiones, y le desveló la condena por doble asesinato de Laso.

El parricida fue detenido en marzo del 2011. Vivía en la casa de Julia junto a su tercera mujer, con quien regentaba un bar. Al parecer tenía pensado trasladarse a Paraguay, país originario de su compañera, a la que le habría hecho un seguro de vida.

Los Mossos llegaron a rastrear el huerto con un georadar, pero los cadáveres de Julia y Maurici siguen desaparecidos. Laso accedió ayer a la Audiencia con el rostro descubierto, con pose serena y mirando desafiante a los numerosos medios de comunicación que le aguardaban. Después escuchó impávido el testimonio de su cuñada.

La fiscalía solicita para él treinta años de cárcel por dos homicidios mientras que la defensa pide su absolución. La declaración del parricida se ha fijado para mediados de octubre.

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