Detenidos dos de los fugados del Centro de Extranjeros de Valencia

El sindicato policial UFP: "son cárceles sin instalaciones para ello" La plataforma CIES-NO reitera que los internos viven "en condiciones infrahumanas"

La Policía Nacional, en colaboración con otras fuerzas de seguridad, busca aún a ocho personas —después de detener a dos este lunes— de las diez que consiguieron huir al mediodía del pasado domingo del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zapadores, en Valencia. Un lugar que, según el sindicato Unión Federal de Policía (UFP), "funciona como un centro penitenciario sin las instalaciones y medios adecuados para ello". La plataforma CIES-NO, uno de los pocos organism...

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La Policía Nacional, en colaboración con otras fuerzas de seguridad, busca aún a ocho personas —después de detener a dos este lunes— de las diez que consiguieron huir al mediodía del pasado domingo del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zapadores, en Valencia. Un lugar que, según el sindicato Unión Federal de Policía (UFP), "funciona como un centro penitenciario sin las instalaciones y medios adecuados para ello". La plataforma CIES-NO, uno de los pocos organismos que logran sortear las dificultades para cruzar las puertas de estos centros —gracias a una sentencia judicial—, denuncia que en ellos "reina la impunidad, lo que da lugar a malos tratos y a condiciones infrahumanas para los internos".

Se da la paradoja de que, sin que muchos hayan cometido ningún tipo de delito, están encerrados en condiciones que no se ven ni en la cárcel Ana Fornés, plataforma CIES-NO

Los diez inmigrantes fugados, ahora ocho, forman parte de un grupo de 17 que, gracias a una merma momentánea en la seguridad, salieron del CIE propiamente dicho, accediendo al más amplio complejo policial de Zapadores. Siete fueron detenidos poco después de la escapada, bien dentro de las instalaciones, bien fuera de ellas, gracias a un "fuerte despliegue policial", según fuentes de las fuerzas del orden. Otros dos han sido capturados este lunes en la calle del Padre Ferris y en los jardines del Turia, respectivamente.

Rondaban las 12 del mediodía. Al parecer, uno de los agentes de Policía Nacional que vigilan el complejo de internamiento había precisado atención médica. Aprovechando esto y que era hora de visita —lo que aumenta el trajín dentro y fuera del CIE—, un grupo de 17 personas empujaron al alimón una de las puertas de acceso, por la que estaba entrando una limpiadora y una agente de policía. Una vez fuera —pero aún dentro de la comisaría—, lo más probable, según las mismas fuentes, es que saliesen en grupo por alguna de las dos puertas, la principal del complejo o la de las visitas, ya que ambas estaban abiertas.

"Funcionan como centros penitenciarios, aunque las instalaciones no son las adecuadas para ello", dice Luis Castillejo, Secretario General de la UFP en la Comunidad Valenciana. El sindicalista, que además trabaja en la misma comisaría de Zapadores, también cree que faltan los medios y el personal necesario. "No se ha reforzado la plantilla, a pesar de que hay agentes de vacaciones y ha aumentado el volumen de internos hasta el 90, cerca del 100% de capacidad. Además, se da el caso de que se forman grupos de compatriotas que hacen piña e intentan fugarse, como en este caso".

Sin derechos ni libertades fundamentales

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Para Ana Fornés, de la plataforma CIES-NO, es bastante lógico que hagan piña e intenten fugarse. De hecho, ella lo califica como "una acción más de resistencia", como lo fue la huelga de hambre masiva del pasado mes de abril. Resistencia contra unas condiciones de internamiento que distintos estamentos sociales tienen problemas para documentar —afecta hasta a jueces y fiscales; los periodistas apenas han entrado a informar—, y que CIES-NO, que consigue acceder gracias a una sentencia judicial, califica de "infrahumanas".

No pueden tener pertenencias, se les encierra de manera manual en las celdas , no se respeta su derecho a un proceso judicial justo

"Se da la paradoja de que, sin que muchos de ellos hayan cometido ningún tipo de delito, están encerrados en condiciones que no se ven ni en la cárcel", denuncia Fornés. Detalla cómo no pueden tener pertenencias ("no les dejan tener ni un boli y un papel"), cómo se les encierra de manera manual en las celdas ("no pueden ir al baño de noche, y si hay un incendio, a ver cómo salen"), o cómo es vulnerado su derecho a un proceso judicial justo ("en muchísimos casos no hay traductor oficial para ellos, así que se enteran de por qué están encerrados).

Están encerrados porque un juez ha dictado una orden de expulsión contra ellos. La medida de encerrarles en un CIE hasta su repatriación es, supuestamente, excepcional. Casos de personas llegadas en patera, o que están en la calle mendigando. Sin embargo, desde CIES-NO denuncian cómo algunos tienen una vida, con familia e hijos, un trabajo y una casa, pero son cazados en una redada "por ser negros, y los meten ahí dentro".

Para Fornés, la incomunicación a que están sometidos estos lugares favorece una situación de impunidad. Solamente este verano, han presentado una decena de casos de agresiones. "Y hemos conseguido que un caso de 2012, que el Tribunal Superior de Justicia había archivado, vuelva a ser abierto por la Audiencia Provincial. El próximo 3 de noviembre declarará el policía, imputado por un delito de torturas".

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