LA SEMANA POR DELANTE |CINE

Han asesinado a Julio César

César debe morir, la versión del Julio César shakesperiano de los hermanos Taviani, Oso de Oro en el festival de Berlín de 2012, está rodada dentro de la prisión de alta seguridad Rebbibia, en Roma

Julio César yace muerto. Se ha consumado la traición, le han asesinado: unos pensando en la justicia, otros impulsados por la maldad. Bruto, a los pies del cadáver, declama en dialecto napolitano: “Yo lo amaba, pero era un tirano, tenía que matarlo”. En ese momento el actor Salvatore Striano, expresidiario, vive el texto de William Shakespeare, pero también cabalgan en sus palabras las terribles sensaciones que provoca haber asesinado a alguien, algo que Striano y sus compañeros de reparto conocen perfectamente. Porque César debe morir, la versión del Julio César shakesperian...

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Julio César yace muerto. Se ha consumado la traición, le han asesinado: unos pensando en la justicia, otros impulsados por la maldad. Bruto, a los pies del cadáver, declama en dialecto napolitano: “Yo lo amaba, pero era un tirano, tenía que matarlo”. En ese momento el actor Salvatore Striano, expresidiario, vive el texto de William Shakespeare, pero también cabalgan en sus palabras las terribles sensaciones que provoca haber asesinado a alguien, algo que Striano y sus compañeros de reparto conocen perfectamente. Porque César debe morir, la versión del Julio César shakesperiano de los hermanos Paolo y Vittorio Taviani, Oso de Oro en el festival de Berlín de 2012, está rodada dentro de la prisión de alta seguridad Rebbibia, en Roma, e interpretada por presos condenados por delitos de sangre.

 La cámara de los veteranísimos hermanos asiste a los ensayos, a las dudas de los reos (hombres de la Camorra, de la Mafia, narcotraficantes, asesinos), a su representación final, y para marcar la diferencia entre vida y teatro, saltan del color al blanco y negro, una estética que se podrá disfrutar el martes en la sala 1 de la Filmoteca.

Al final de la película, tras haber disfrutado del increíble parlamento de Marco Antonio, recitado como nunca antes, llega el chirriar de las puertas, el crujir de los goznes, el seco cierre de los candados. Lá camara sale, los presos se quedan, y Casio, interpretado por el recluso Cosimo Regga, dice desgarrado: “Desde que he conocido el arte, esta celda se me ha quedado pequeña”

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