Sorolla avanza la llegada del verano

Caixaforum expone 80 obras del pintor centradas en la luz estival y el mar

'Pescadora con su hijo', obra pintada por Sorolla en 1908, en una playa de Valencia.

Astronómicamente hablando, el verano comienza el 21 de junio, pero en Barcelona la estación estival se ha adelantado. El culpable no es solo el calor de estos últimos días, también Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923), el pintor por excelencia de la canícula, del placer del calor del sol y del frescor del agua de mar en el cuerpo, de la intensa luz y del color que irradian cada una de las 80 pinturas, lienzos, pero también “notas de color”: tablas y cartones donde tomaba apuntes y realizaba ejercicios, que...

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Astronómicamente hablando, el verano comienza el 21 de junio, pero en Barcelona la estación estival se ha adelantado. El culpable no es solo el calor de estos últimos días, también Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923), el pintor por excelencia de la canícula, del placer del calor del sol y del frescor del agua de mar en el cuerpo, de la intensa luz y del color que irradian cada una de las 80 pinturas, lienzos, pero también “notas de color”: tablas y cartones donde tomaba apuntes y realizaba ejercicios, que pueden verse en la exposición Sorolla. El color del mar, que se inaugura hoy en Caixaforum.

Desde su primera y académica Marina, pintada en 1880, en la que no hay duda de que el joven de 17 años apuntaba maneras, hasta muchas de sus reconocidas obras: Como Nadadores de Jávea (1905), donde pintó el verde esmeralda del mar; Pescadora con su hijo (1908), El balandrito (1909), auténtico ejercicio del tratamiento de los reflejos en el agua, Saliendo del baño (1915) o las contundentes y casi masculinas Pescadoras Valencianas (1915), en los que captó la luz del sol mediterráneo al mediodía de la playa del Cabanyal de Valencia; pero también las playas del norte, donde descubre el ritmo de las mareas y la luz de las puestas del sol sobre el mar que en el Mediterráneo son imposibles. Aquí realiza obras como María en la playa de Biarritz (1906) con una bella luz de atardecer. En todas queda patente la lucha y el trabajo realizado por Sorolla para captar la luz y el agua en movimiento y trasladarlas a sus pinturas.

Sorolla pintando una de sus obras en una playa de Valencia, en 1909.

“Fue un inconformista, nunca estuvo contento. En sus obras se puede ver cómo el pincel transcribe, veloz, lo que sus ojos ven. Es la velocidad del mar la que lleva a Sorolla a una pintura moderna”, asegura la comisaria y directora del museo dedicado al pintor en Madrid —que conserva unas 1.400 pinturas—, Consuelo Luca de Tena. “Sorolla conoció las vanguardias pero no se unió a ellas porque representaban un alejamiento de lo natural y la realidad que tanto le inspiraron”, aseguró Luca de Tena. La exposición también brinda la oportunidad de ver sus enormes pinceles que le permitían pintar a distancia, su caja de pinturas y su paleta, además de los tubos de pintura que le acompañaban en su salida. “Pobre miseria de los colores”, aseguraba el artistas sobre los pigmentos no hacían justicia a las múltiples gamas de la luz.

La llegada de Sorolla ha sido un tsunami para Caixaforum: la sala de exposiciones del edificio modernista ha abierto por primera vez sus ventanas para que la luz ilumine las obras del artista, algo excepcional. Tan excepcional como la forma en que pintaba el autor, a pie de playa durante horas, sin importarle el calor ni la intensidad del sol. En las enormes fotografías que acompañan la exposición se le ve, vestido siempre de forma elegante con traje, con su enorme caballete de campaña, clavado al suelo y sujeto con piedras, y protegido del sol, tanto él como la obra que está realizando, con paravientos y sombrillas, en medio de la arena, apenas a unos metros de la orilla del mar donde estaban las escenas que pintaba.

“Valeroso soldado de la pintura que, como si fuera una salamandra, se pasa el día entero entre la arena que vomita llamas”, aseguraba de él Blasco Ibáñez. Las fotografías revelan su forma de pintar y muestran que no dudó en llevarse enormes telas como la utilizada para El baño del caballo, de más de 2,5 metros de largo, a la orilla del mar. En esto supera Sorolla de largo a los impresionistas, que pese a tratar el tema de la naturaleza de forma profusa, según los especialistas, pocas veces pintaban al natural sus obras, más allá de tomar sus primeros apuntes.

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Con un catálogo de 4.500 obras reconocidas, Sorolla es un pintor conocido mundialmente, sobre todo en el mundo anglosajón. Pintó entre 1912 y 1919 los enormes murales para la Hispanic Society de Nueva York que lo dejaron extenuado (en 2010 los vieron dos millones de personas cuando recorrieron España), luego se retiró a Mallorca donde pintó “unas impresiones de color, ligeras”, que también se exponen. En junio de 1920 un ictus le impide volver a pintar.

Madrid, Tenerife y Las Palmas ya han visto ya la exposición, y tras Barcelona, donde se espera a 200.000 visitantes, viajará a Palma de Mallorca y Zaragoza.

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