Ellas dan el toque

La Gayano Women’s Band es la única formación de mujeres de Valencia

No buscan la fama, sino la ilusión de marcarse una meta. Por iniciativa de las madres de jóvenes músicos de la Agrupación Gayano Lluch, nació hace cinco años la única banda de Valencia formada solo por mujeres. Aficionadas con ganas de formación musical, propusieron el reto de aprender música al director Rafael Vizcaíno, cuya reconocida batuta es experta en la fundación de bandas de agrupaciones vecinales y comisiones falleras. Hoy la Gayano Women’s Band cuenta con 25 integrantes que ensayan la tarde de cada viernes en su local del barrio de Benicalap no solo con el desafío de aprender a tocar...

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No buscan la fama, sino la ilusión de marcarse una meta. Por iniciativa de las madres de jóvenes músicos de la Agrupación Gayano Lluch, nació hace cinco años la única banda de Valencia formada solo por mujeres. Aficionadas con ganas de formación musical, propusieron el reto de aprender música al director Rafael Vizcaíno, cuya reconocida batuta es experta en la fundación de bandas de agrupaciones vecinales y comisiones falleras. Hoy la Gayano Women’s Band cuenta con 25 integrantes que ensayan la tarde de cada viernes en su local del barrio de Benicalap no solo con el desafío de aprender a tocar, sino de compartir amistad y música como una historia común de superación.

Aunque nunca había tocado ningún instrumento desde la flauta dulce del colegio, a Paz Sáez, trompetista de la banda, la animó la idea de formar un grupo con mujeres. Su vinculación surgió cuando su marido le propuso aprender juntos solfeo en el local de la agrupación. “Él no tuvo suerte por falta de alumnos, pero yo, que en principio no quería aprender, tuve la oportunidad porque la banda estaba formándose”. Administrativa durante 27 años en una empresa de la construcción que la crisis cerró, Paz, de 50 años, vive la música como una amena manera de olvidar las cargas de lo cotidiano, una actividad que compagina con su trabajo nocturno en una empresa auxiliar de la Ford en Almussafes y con el estudio de un ciclo formativo de grado superior.

“Somos 25 mujeres y no hay ni un mal rollo, frente a lo que los hombres suelen decir de nosotras. Ahora que la vida está tan apretada, aquí tenemos un colchón de terapia en el que reír y llorar juntas”, describe Paz. Al igual que su compañera, Reyes Seco, que toca el clarinete bajo, llegó a la banda en 2009. De 56 años, esta ama de casa se unió a la banda por medio de una amiga sin haber recibido nunca enseñanza musical. La clave del aprendizaje, señala Reyes, es un sistema no basado en la imperativa disciplina. “A los cinco días de solfeo, hicimos la primera prueba de instrumento, y en mes y medio tocamos delante de público. En los ensayos, siempre vamos cambiando de sitio, a veces unas están delante y otras atrás. Es muy motivador”, observa Reyes, con tres hijos y un nieto, que al enviudar encontró en la música un punto de apoyo. “La música llena mis espacios, y aunque cueste mucho, soy feliz”.

Estudiante de Magisterio en prácticas y flautista de la banda, Ana Jordina Llorens es a sus 21 años la más joven de la formación, en la que ingresó tras tres años de solfeo en la agrupación de San José de Pignatelli. “La música es la píldora de la vida, y si se vive en compañía, es mucho mejor”, afirma esta vecina del distrito de La Zaidía. Con el mismo espíritu, Adoración Puebla, la más veterana, se encarga de la percusión. Tras haber trabajado en el campo y en fábricas, a sus 75 años confiesa haber aprendido música antes que a leer y escribir. “Después de enviudar, la música hace que nunca me sienta sola”, sostiene la integrante considerada “el ejemplo y el símbolo” de la Gayano Women’s Band.

“El viernes por la tarde es el momento más esperado de la semana. Con la música lo olvidamos todo, es nuestro momento de expansión”, apunta Mercedes Rubio, que toca el saxofón alto en paralelo a su labor como psicóloga forense en los juzgados de Valencia y Castellón y como maestra carpintera temporal en un centro ocupacional para discapacitados psíquicos de Vila-real. “Había estudiado en el Conservatorio, y no tocaba desde hacía 27 años. Pero en la crisis de los 40 me reencontré con la música”, recuerda esta integrante que se incorporó a la formación de mujeres en 2011 tras asistir a una de sus actuaciones. Como un nexo de amistad también lo vive Pilar Pellicer, ex empleada de Correos y con experiencia en diseño de marcas, que compagina el prácticum de Psicología con su afición como flautista de la banda. “Lo bonito es haber creado de un grupo tan heterogéneo una unión cohesiva que nos da salud, alegría y motivación”.

Con un repertorio marcado por la canción melódica, la banda ensaya para un próximo proyecto recopilatorio de conocidas bandas sonoras bajo el título Dones de pel·lícula. Tras actuar para organizaciones benéficas y en espacios como el Mercado de Colón y La Rambleta, el próximo 26 de julio vuelven a ofrecer su música al público en la Sala Rodrigo del Palau de la Música de Valencia.

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