ARMANI MILAN, 81-LABORAL KUTXA, 76

El Baskonia no resucita a tiempo

Un final trepidante no impide la derrota ante el Milán que siempre fue por delante en el marcador

Keith Langford, del Armani Milan, choca con Hamilton en el encuentro de la Euroliga. MATTEO BAZZI (EFE)

No entró con buen pie al partido el Baskonia. O mejor habría que decir, con buena mano porque la pelota le quemaba y se le escapaba como quien suelta un tenedor caliente. Hasta en tres ocasiones, dos consecutivas, y otra un poco mas tarde, se le escapaba de los dedos el balón y en otros casos,el pase era tan previsible que acababa en manos enemigas como quien entrega la cuchara.

Especialmente desafortunado estaba Poeta, pero era un mal general. Y mientras el Laboral Kutxa andaba discutiendo con aquella cosa redonda, botona y anaranjada, el Milán, bien armado, sólido, como de hormigón ar...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

No entró con buen pie al partido el Baskonia. O mejor habría que decir, con buena mano porque la pelota le quemaba y se le escapaba como quien suelta un tenedor caliente. Hasta en tres ocasiones, dos consecutivas, y otra un poco mas tarde, se le escapaba de los dedos el balón y en otros casos,el pase era tan previsible que acababa en manos enemigas como quien entrega la cuchara.

Especialmente desafortunado estaba Poeta, pero era un mal general. Y mientras el Laboral Kutxa andaba discutiendo con aquella cosa redonda, botona y anaranjada, el Milán, bien armado, sólido, como de hormigón armado, iba trazando su camino. Un camino feliz, porque empezó ganando y acabo ganando (81-76) y en ningún momento fue perdiendo.

Jamás el Baskonia se le impuso en el marcador aunque fuera por unos segundos, como quien disfruta de un placer pasajero. Pero al menos le inquietó en los minutos finales aunque solo fuera para demostrar que era mucho más de lo que había parecido en un principio. El primer cuarto (26-18) dejó como noticia el desacierto en los triples baskonistas, las dos personales muy seguidas de Hackett, la figura italiana que sueña con pasear sus rastas y su cinta roja por la NBA, y un churro de Moss, el otro rasta del equipo, cuando se acababa un tiempo de posesión. Fue su único churro, porque todo lo demás lo hizo bien, con más arte que fortuna.

ARMANI MILAN, 81- LABORAL KUTXA, 76

 Armani Milán, 81: Hackett (14), Gentile (10), Langford (16), Melli (2), Samuels (6) -quinteto inicial-, Jerrells (16), Moss (12), Lawal (4) y Cerella (0).

Laboral Kutxa, 76: Heurtel (6), San Emeterio (3), Jelinek (12), Nocioni (18), Pleiss (14) -quinteto inicial- Poeta (0), Mainoldi (0), Hamilton (12), Causeur (5)y Hanga (6).

Árbitros: Belosevic (Serbia), Gkontas (Grecia).

7.250 espectadores en el Mediolanum Forum

Las dos personales llevaron al banco a Hackett, que no apareció en todo el segundo cuarto. Al Milán le dio lo mismo, porque por allí aparecieron los 185 centímetros de Curtis Jarrells, un base fornido, con tanta movilidad como inteligencia. Una aparición estruendosa que duró todo el partido. El base estadounidense pudo con todos y nadie pudo con él. Por si acaso, Langford -otro cerebrito- le echaba una mano, o las dos si llegaba el caso.

Sin Hackett, el Armani Milán rompió al Baskonia con diferencias que se mantenían en los 14 puntos de distancias. Hamilton minimizó daños, a base de sacar personales a los pivots del equipo italiano. Pero el fondo de armario era amplio. Melli y Samuels, Samuerls y Melli, con la ayuda del ex barcelonista Wallace, iban capeando el temporal. Aún así, los de Scariolo casi igualan el parcial de ese cuarto (22-20) dejando en 10 puntos la desventaja en el ecuador del partido.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El tercer periodo fue pobre, muy pobre (15-12), aunque los hombres dirigidos por Luca Banchi llegaron a disponer de diferencias de hasta 17 puntos que parecían darle al partido un tono mortuorio para el Baskonia. Jarrels seguía a lo suyo y la pelea en los aros era pura física con muchos kilos volando por los aires. Con Hamilton aun renqueante de los dolores que le habían parado en las últimas jornadas y Pleiss, con los efectos de una gastroenteritis, la pelea se hacía complicada.

Pero, quizás se relajó el Milán o quizás se encorajino el Baskonia y como por arte de magia fue podando la diferencia hasta encontrarse en las postrimerías del partido a cuatro puntos de distancia de un oponente que se había miniaturizado en unos minutos. Los milagros no se prodigan, pero en el baloncesto, si no los buscas no se producen. El Baskonia lo buscó pero había perdido demasiado tiempo y se esfumó. Fue una derrota con la honra como único consuelo.

Archivado En