La semana por delante

Teatro en Matadero, Antonio Galvañ y Fuel Fandango y el cine de Wallace & Gromit

Escena de la obra 'Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y ganas de triunfar'.

teatro

Directamente al corazón

Debido al gran éxito en el Fringe 13, la compañía mexicana Vaca 35 vuelve a ocupar un almacén del Matadero para presentar Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y ganas de triunfar, pieza dirigida por Damián Cervantes a partir de Las criadas, de Genet. En un espacio de poco más de 15 metros, al que solo pueden acceder 20 espectadores, dos actrices físicamente muy diferentes, Mari Carmen Ruiz, de desmesurada presencia, y Diana Magallón, extremadamente delgada, ensayan frenéticamente la obra de Genet. Poco a poco comp...

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teatro

Directamente al corazón

Debido al gran éxito en el Fringe 13, la compañía mexicana Vaca 35 vuelve a ocupar un almacén del Matadero para presentar Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y ganas de triunfar, pieza dirigida por Damián Cervantes a partir de Las criadas, de Genet. En un espacio de poco más de 15 metros, al que solo pueden acceder 20 espectadores, dos actrices físicamente muy diferentes, Mari Carmen Ruiz, de desmesurada presencia, y Diana Magallón, extremadamente delgada, ensayan frenéticamente la obra de Genet. Poco a poco comparten con el público su ritual de vida, se visten y desvisten, lavan la ropa, se bañan alternativamente, cocinan y comen huevos fritos. A lo largo de 50 minutos hay gritos desaforados, insultos y momentos de ternura y amor que dejan un tanto desconcertado al espectador, que al finalizar no sabe si aplaudir el magnífico trabajo de las actrices o salir corriendo por tan apabullante realidad.— EDUARDO LÓPEZ

fusión | fuel fandango

Pulverizador de toxinas

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Antonio Galvañ, conocido como 'Parade'.

Quienes no hayan disimulado su escepticismo en torno a Fuel Fandango se quedarían atónitos al saber que el dúo canario-cordobés cerraba temporada, y hasta calendario anual, en La Riviera (con grabación audiovisual incluida). La sala de las palmeritas y demás suplicios albergó a 2.000 entusiastas de una formación idónea para brincar y poner a pleno funcionamiento las glándulas sudoríparas. Aunque para ello recurran a una fórmula reiterada hasta la extenuación: Nita y Ale Acosta apelan mucho más a la euforia binaria que a la variedad estilística.

El productor y la cantante han definido un sonido con aspiraciones internacionales (electrónica, funk y una pizca de soul) que siempre bordea el estándar mil veces bailado y transformado en remedo. A medio camino, digamos, de Carmel, Neneh Cherry y Morcheeba. Quizás los propios FF sean conscientes de ello, y de ahí su empeño por distinguirse con algún ocasional fraseo aflamencado. Pero no nos engañemos: la excusa autóctona acontece muy de tarde en tarde y con calzador, más por justificar el Fandango nominal que por necesidades musicales. El resultado es un batiburrillo bilingüe, una rave con ocasionales arrebatos de raza. Una avalancha de sonidos pregrabados y ritmos idénticos, solo que adornados con el aleteo de un abanico.

En cualquier caso, el espectáculo funciona como una fiera máquina para pulverizar toxinas. Nita, sobrada de voz y de lentejuelas rojas, logra poner en cuclillas a toda la sala con New life hasta desembocar en la algarabía del estribillo. Pero la dictadura del bailoteo es implacable: ni siquiera Maze, que nace más sosegada, o las guitarras rockeras de Read my lips se resisten a desembocar en el chunda chunda. El flamenquito solo aflora en Trece lunas, actualización en espíritu de aquella Barca de Remedios Amaya. La línea entre lo hortera y lo moderno, ya se sabe, sigue siendo muy fina. / FERNANDO NEIRA

música

Un tesoro oculto del pop

Durante la semana, Antonio Galvañ es profesor de música en un pequeño pueblo de Murcia. Los días de concierto se convierte en Parade, un proyecto que lleva cerca de 15 años funcionando, una de esas constantes infalibles en el panorama indie nacional, tan presente en esas listas que resumen los mejores discos del año por estas fechas. Siempre detrás del teclado, las suyas son canciones repletas de ironía, sentido del humor y un punto agridulce, que hablan de astronautas con mal de alturas o de superhéroes que prefieren no abandonar su guarida.

El viernes, en la sala Siroco, recibirá el año nuevo en una celebración de su sello Jabalina junto a Doble Pletina. Si el proyecto de Parade lleva más de una década instalado en los altares de los paladares más exquisitos del género, es de suponer que a los catalanes que le acompañan les espera un futuro igual de alentador. Una de las mayores esperanzas del pop nacional, su disco de debut, De lo concreto a lo general, así lo demuestra.— JUANJO ABAD

cine

Dos superhéroes de plastilina

Wallace & Gromit.

Hoy muchos se suben al carro de la stop motion, de la animación manual, esa que consiste en foto, mover un poco el muñeco, foto, mover un..., en contraposición a la excesiva perfección del dibujo digital. Pero hasta hace poco solo los aficionados conocían esta técnica, y entre los maestros del stop motion están los muchachos del estudio británico Aardman.

Recapitulemos: en 1976 Peter Lord y David Sproxton crean Aardman como un estudio de animación para cortometrajes y publicidad. No les va mal, la BBC compra sus trabajos. En 1985 se les suma la estrella, Nick Park. Crean vídeos musicales como Sledgehammer, de Peter Gabriel, y a Park le salta la chispa: de su mente surgen Wallace —un simpático patán— y Gromit —su mascota, un perro muy inteligente—, siempre metidos en jaleos detectivescos. Así llegan sus cortos La gran excursión (1989, candidato al Oscar), Los pantalones equivocados (1993, ganador del Oscar) y Un esquilado apurado (1995, ganador del Oscar). Es tal su calidad que La gran excursión pierde el Oscar porque lo gana otro corto del mismo Park, el sobresaliente El confort de las criaturas. A su vez, Peter Lord fue finalista dos veces más al Oscar con sendos cortos.

En su salto al largo Lord y Park dirigen Evasión en la granja (2000) y después llegó el primer largo de la delirante pareja: Wallace & Gromit, la maldición de las verduras (2005), en la que investigan el sabotaje del concurso anual de verduras gigantes de su ciudad, Wigan. Sí, ganaron el Oscar. Sí, merece recuperarse en pantalla grande. Y sí, se puede ver estas Navidades: el jueves 2 a las 17.30, en la sala Berlanga. Quedan todos avisados.— G. BELINCHÓN

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