RHYTHM AND BLUES

El río negro

Van Morrison: música negra masticada por un blanco

Van Morrison en la actuación en el Liceo barcelonés.m. minocri

Es como un río que se lo lleva todo por delante y en el que carece de sentido intentar aislar las corrientes que lo componen. Pasa raudo o calmo, pero pasa deslizándose por la frontera de la orilla, humedeciéndola, haciéndola permeable, desgastándola y calando, sin grandes alborotos, sin inundaciones. Es ese río llamado Van Morrison, agua brotada de la música popular, agua de incontables gotas hermanadas sin disimulo por la manera en la que el artista irlandés tiene de transgredir las fronteras estilísticas hasta convertir la música en un magma, en un río espeso de lava negra en el que todo se...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Es como un río que se lo lleva todo por delante y en el que carece de sentido intentar aislar las corrientes que lo componen. Pasa raudo o calmo, pero pasa deslizándose por la frontera de la orilla, humedeciéndola, haciéndola permeable, desgastándola y calando, sin grandes alborotos, sin inundaciones. Es ese río llamado Van Morrison, agua brotada de la música popular, agua de incontables gotas hermanadas sin disimulo por la manera en la que el artista irlandés tiene de transgredir las fronteras estilísticas hasta convertir la música en un magma, en un río espeso de lava negra en el que todo se une. No hay gotas, no hay objetos flotando, no hay materiales aislables en el fluir ….es música negra masticada por un blanco. Es la música vista por Van Morrison.

RHYTHM AND BLUES

Van Morrison

Liceu

21 Diciembre 2013

En su sexta visita a Barcelona Van Morrison ofreció un concierto impecable en el que no pareció sudar. Es cierto, sí, los conciertos del chaparro vocalista tienen un algo de piloto automático, de velocidad de crucero que hacen suponer, imaginar, cómo debe ser un concierto en el que su protagonista vaya más allá del irreprochable ejercicio de estilo que siempre despliega en escena.

O quizás, simplemente, ya no valga la pena pensar en nada más que en lo que se oye y ve, ya que a estas alturas un Van Morrison ya en el tramo apacible de su vida, está para las emociones que expresa y no para las que sus seguidores más dinámicos querrían sentir a través del desgarro de su voz, ya con menos empuje, o de unos arreglos más impetuosos que erizasen la piel en lugar de acariciarla.

Que no sirva ello para hacer desdoro de un concierto que, recordémoslo, fue río en el que todo, jazz, soul, blues, rhythm and blues, rock, versiones y temas originales, fueron un todo. También la fecha de las composiciones fue hermanada en el repertorio, donde convivieron temas de primerísima época como Moondance con guiños de su último trabajo como Close enough for jazz, todos ellos dichos bajo un sombrero que ocultó el ceño de un señor bajito aún con redaños.

Y, aunque no sea completa responsabilidad del señor con redaños, no estaría de más plantearse los resultados artísticos de los conciertos en relación con lo pagado por ellos. Si alguien pagó 190 euros y se planteó asuntos relativos a pilotos automáticos, debió sentir escozor.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

 

Archivado En