Chispazos sin fuego

Uceda Leal y Rubén Pinar se llevaron las primeras orejas de la feria

Uceda Leal, en uno de los lances en la tarde que ha abierto la feria de Azpeitia.Javier Hernandez

Primer capítulo de la feria de Azpeitia y parecía que nadie quería pasar de calentar motores. El debut de los toros de Cuadri en esta plaza había levantado gran expectación, pero no acabaron de convencer. Los matadores, los tres, incluidos los subalternos de la cuadrilla de Castaño, llegaban con poderosas razones para esperar una buena tarde,.

Así que se encendieron muchas chispas, pero nunca llegó a haber fuego prendido. ¿Quién estuvo mal? Nadie ¿Y bien? Pues, tampoco. Pero faltó conexión. Hubo toros para lucirse, para pelear y para torea...

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Primer capítulo de la feria de Azpeitia y parecía que nadie quería pasar de calentar motores. El debut de los toros de Cuadri en esta plaza había levantado gran expectación, pero no acabaron de convencer. Los matadores, los tres, incluidos los subalternos de la cuadrilla de Castaño, llegaban con poderosas razones para esperar una buena tarde,.

Así que se encendieron muchas chispas, pero nunca llegó a haber fuego prendido. ¿Quién estuvo mal? Nadie ¿Y bien? Pues, tampoco. Pero faltó conexión. Hubo toros para lucirse, para pelear y para torear bien. Hubo toreros dispuestos a arriesgar, a estirarse, incluso a ponerse bien, pero faltó que se encontrarán. Por eso, la corrida tuvo cosas que guardarse en el recuerdo, instantes a los que dar mérito, pero no llegó a ser una tarde redonda.

Los toros de Cuadri, bien presentados, tres más rematados que los otros, fracasaron en el primer tercio; es el pero principal que cabe ponerles, porque ninguno peleó bien en varas. Y eso que Azpeitia es coso bueno para ello, pequeño y las distancias con los varilargueros se acortan. Incluso, en el quinto, Javier Castaño mandó abandonar el ruedo al segundo picador con el fin de evitar distracciones, pero el morlaco de Cuadri no llevaba dentro el deseo de embestir. Hubo expectación en sus dos toros por ver un tercio bien hecho, sin prisas, con distancias, con deseo, pero no llegó el resultado.

Lo mismo que ocurrió en el tercio de banderillas, con David Adalid y Fernando Sánchez como protagonistas. Puesta en escena, alegría, ilusión… y escaso lucimiento. Si bien tuvieron mérito los encuentros de Adalid, porque arriesgó mucho, a veces parecía que demasiado. Y el público se lo agradeció haciéndole desmonterarse en dos ocasiones, sin la compañía de Fernando Sánchez, que sólo clavó un palo en ambos pares, después de jugarse el pellejo.

Primera de feria

Seis toros de Hijos de Celestino Cuadri, serios de presentación; complicados segundo y quinto, mientras que los otros cuatro dieron opciones. Uceda Leal, media estocada y dos descabellos (saludos) y estocada (oreja). Javier Castaño, estocada y tres descabellos (saludos tras un aviso) y pinchazo y estocada tendida (palmas). Rubén Pinar, tres pinchazos y descabello (saludos) y estocada (oreja).

Plaza de Azpeitia. 30 de julio de 2013. Más de media entrada. Primera de Feria.

Con la muleta, ya fue otra historia. Castaño penó con dos toros complicados, parados y sin posibilidades, mientras que Uceda Leal fue quien mejor entendió a sus enemigos. El madrileño estuvo sobrado con un primero soso, en el que le bastó un par de series de naturales para tener el beneplácito de los tendidos. En el cuarto, cortó una oreja después de una faena más vistosa que profunda ante el mejor toro de la tarde, del que se podía haber sacado más juego. Pero era tarde de chispazos y en eso quedó la labor de Uceda Leal.

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Hasta el público pareció conformarse con lo que allí veía, pero cuando la corrida estaba a punto de acabar, justo cuando Rubén Pinar volvía de haber tomado el estoque de acero en el sexto, un aficionado francés, de Beziers, le gritó al manchego para que de una vez por todas se pusiera relajado y de verdad ante el sexto toro, un ejemplar que fue a más y pedía cosas buenas.

A Pinar alguien le había preparado para ir a la pelea con los toros de Cuadri y no se paró a comprobar la buena condición que desarrollaron sus enemigos. Los dos se dejaron, pero el albaceteño estaba preparado para otra cosa y cuando el aficionado galo le exigió torear bien, Pinar quedó en evidencia con una serie que le sirvió para cortar una benévola oreja apoyado en una buena estocada. Pero era tarde, su chispazo llegó desde el tendido y cuando ya no había pólvora.

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