crítica | teatro

Para gustarse a sí misma

Olga Iglesias y la actriz Nuria González cuentan con formidable vis cómica el proceso de independencia sentimental de una mujer de 47

Esta inteligente comedia dramática de Olga Iglesias en formato monólogo cuenta, burla burlando, el viaje iniciático de una mujer de 47 (videobloguera de éxito), desde que rompe con su pareja, que tanta seguridad le proporcionaba, hasta que restablece la confianza en sí misma y toma por fin las riendas de su vida. Descalabrada sentimentalmente, zaherida por un seguidor que le hace comentarios del tipo: “Cállate, viejuna”; socavada la paz del hogar por su hija, porque le denegó permiso para operarse el pecho cuando cumpla los 16; desmoralizada por una madre que solo tiene palabras de desaliento,...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Esta inteligente comedia dramática de Olga Iglesias en formato monólogo cuenta, burla burlando, el viaje iniciático de una mujer de 47 (videobloguera de éxito), desde que rompe con su pareja, que tanta seguridad le proporcionaba, hasta que restablece la confianza en sí misma y toma por fin las riendas de su vida. Descalabrada sentimentalmente, zaherida por un seguidor que le hace comentarios del tipo: “Cállate, viejuna”; socavada la paz del hogar por su hija, porque le denegó permiso para operarse el pecho cuando cumpla los 16; desmoralizada por una madre que solo tiene palabras de desaliento, Susana emprende la búsqueda desesperada de una nueva relación sentimental, creyendo que todo lo que necesita es respaldo masculino.

TAITANTOS

Autora: Olga Iglesias. Desarrollo de guión: David Serrano. Intérprete: Nuria González. Luz: Juan Ripoll. Escenografía y vestuario: Elisa Sanz. Dirección: Coté Soler. Teatro Lara. Hasta el 31 de agosto.

Interpretada con formidable vis cómica por Nuria González, Susana empieza un periplo en busca de su media naranja, pero solo da con la cáscara: chicos que siguen en casa de sus padres, un bajito que no para de hablar con pasión de su trabajo en una fábrica de peines, un motero que le impone amablemente gustos que a ella le espantan… Lo intenta también con un compañero del curro, con un uniformado de Coronel Tapiocca y hasta con alguien con torso de pera que parecía el menos feo de una página de contactos, pero con todos le va hilarantemente de mal en peor. Eso y una última puñalada materna, la abocan a buscar en el quirófano la juventud perdida.

Lo que parecía al principio un monólogo evasivo e intrascendente, acaba revelándose como un texto con espolón, por debajo de cuya superficie cómica corren el patetismo y la intención moral certera. Con una escenografía a la altura del vestuario (esta parece concebida para tapar la de Burundanga y para ilustrar la escena de la clínica) el montaje tendría mayor empaque.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Sobre la firma

Archivado En