crítica | teatro

La circularidad de los seres andróginos

‘El banquete’ brinda una divertida noche de borrachera filosófica en torno al amor, en un gran patio al aire libre

Intérpretes de 'El Banquete'.

Gran idea, bien realizada: El banquete, de Platón, reinterpretado al aire libre por cinco autores jóvenes e incisivos y por un gran equipo de actores, mientras el sol se pone, en el patio del antiguo Hospitalillo de la calle de Atocha, 87, donde Juan de la Cuesta imprimió la primera edición del Quijote. En lugar tan propicio, Fedro, Áristófanes, Sócrates y los jóvenes Alcibíades y Agatón (más Lin, su esclava oriental), se reúnen para hablar del amor y para devorar los manjares que Héctor Cancho les va cocinando sobre la marcha, mientras el público se toma un vinito.

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Gran idea, bien realizada: El banquete, de Platón, reinterpretado al aire libre por cinco autores jóvenes e incisivos y por un gran equipo de actores, mientras el sol se pone, en el patio del antiguo Hospitalillo de la calle de Atocha, 87, donde Juan de la Cuesta imprimió la primera edición del Quijote. En lugar tan propicio, Fedro, Áristófanes, Sócrates y los jóvenes Alcibíades y Agatón (más Lin, su esclava oriental), se reúnen para hablar del amor y para devorar los manjares que Héctor Cancho les va cocinando sobre la marcha, mientras el público se toma un vinito.

EL BANQUETE

A partir de la obra de Platón. Coordinación dramatúrgica: María Velasco. Autores: Alberto Conjero, Elena Lombao, Sergio Martínez Vila, Anna R. Costa y M. Velasco. Intérpretes: Huichi Chiu, Miquel Insua, Aarón Lobato, Carlos Lorenzo, Natalie Pinot y Julio Rojas. Música: Teresa Bangsgaard. Pintora: Lidia Toga. Chef: Héctor Cancho. Figurinista: Merlacostu. Escenografía: Carmen Castañón. Luz: S. Sebastián, José Francisco Castro. Producción: Teatro de Cámara Cervantes. Dirección: Sonia Sebastián. Sociedad Cervantina. Hasta el 14 de julio.

De prorrogarse (se agotaron las localidades para las cuatro funciones programadas), El banquete podría ser la alternativa culta y más en la onda al espectáculo de teatro popular que Los Veranos de la Villa ofrece a cielo abierto en cada edición. María Velasco, Alberto Conejero, Elena Lombao, Sergio Martínez Vila y Anna R. Costa, sus autores, han sorteado con pericia el peligro de que el texto acusara la diversidad de procedencias y de estilos. Los cinco discursos laudatorios que lo articulan tienen un empaque equivalente, y se despegan del original a placer, salvo el de Aristófanes, cuya autora se ciñe al espíritu y a la letra de la poderosa fábula del hombre andrógino, demediado por los dioses, aunque nos presente al comediógrafo buscando novia sin éxito en Meetic.com y aunque Carlos Lorenzo, su intérprete, incorpore con mucha gracia las imprevistas sirenas de ambulancia y el ruido del robot de cocina.

Encarnado con certero humor por Natalie Pinot, Fedro hace un alegato contra el amor liofilizado, transgénico y envasado al vacío (y contra el mal llamado platónico); el elocuente Agatón de Julio Rojas usa su turno para elogiar la búsqueda del placer; el entreveradamente escéptico Sócrates de Miquel Insua intuye que el amor es comunión con la verdad, mientras Lin y Acibíades aportan una mirada desde abajo y desde el lugar del amante rechazado. Agotada la arena del reloj, cae la sombra y se subastan entre el público los pedazos del lienzo que Lidia Toga pinta en vivo durante la función.

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