‘Duelo’ musical

Rufus Wainwright y Lana del Rey calientan de punta a punta Barcelona

Lana del Rey durante su actuación anoche en BarcelonaGIANLUCA BATTISTA

Fin de semana estival, por fin, y fin de semana musical de nivel ayer en Barcelona, esta vez de punta a punta de la ciudad, desde el distrito de Sant Martí a Pedralbes. En el Parc del Fórum se inició en la tarde de ayer el Cruïlla, festival que hoy tiene su segunda y última jornada con los platos fuertes de Snoop Dogg y Tego Calderón. Pero en la inauguración, la música ya dominó en la orilla del mar con las actuaciones de Cat Power, El Petit de Cal Eril, Ernest Ranglin —estupendo a sus increíbles 81 años— y el canadiense Rufus Wainwright, cercano a sus cuarenta, tal y como recordó en escena no...

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Fin de semana estival, por fin, y fin de semana musical de nivel ayer en Barcelona, esta vez de punta a punta de la ciudad, desde el distrito de Sant Martí a Pedralbes. En el Parc del Fórum se inició en la tarde de ayer el Cruïlla, festival que hoy tiene su segunda y última jornada con los platos fuertes de Snoop Dogg y Tego Calderón. Pero en la inauguración, la música ya dominó en la orilla del mar con las actuaciones de Cat Power, El Petit de Cal Eril, Ernest Ranglin —estupendo a sus increíbles 81 años— y el canadiense Rufus Wainwright, cercano a sus cuarenta, tal y como recordó en escena no sin cierta coquetería.

Actuando en solitario, el coqueto Rufus (sólo bien con guitarra o piano) protagonizó una actuación que apenas en parte se sobrepuso al contexto festivalero, poco propicio para conciertos de tono pausado. Más suerte tuvo después Billy Bragg, el eterno bardo de la clase trabajadora, espíritu de artista proletario, voz tersa y actitud combativa. Aún no había oscurecido del todo pero las brillantes melodías de Billy, menos sofisticadas y más directas que las de Rufus, iluminaron las primeras horas de un festival que ayer tenía en Suede uno de sus platos fuertes.

El canadiense Rufus Wainwright durante su actuaciónMASSIMILIANO MINOCRI

Subiendo un grado más la intensidad de las melodías más directa, la noche de ayer la histeria colectiva tuvo una protagonista en los jardines del Palau Reial de Pedralbes: Lana del Rey. La modelo, compositora y cantante neoyorquina volvía a Barcelona para refrendar sobre un escenario esos millones de visitas a sus vídeos en YouTube y los consiguientes casi cuatro millones de cedés vendidos en época de total crisis del disco.

Llegaba con todas las entradas vendidas, unas 2.300 según los organizadores, y con solo aparecer sobre el escenario vestida de un rojo llamativo la locura se desató en Pedralbes. Centenares de asistentes se abalanzaron ante el escenario armados de cámaras, teléfonos móviles y tabletas y la diva, porque ya lo es, se sentó en un borde del escenario totalmente rodeada por su público y hasta firmó autógrafos mientras entonaba su polémica Cola. El delirio, claro.

Y la locura siguió mientras aparecían ya de entrada (se notaba que la cantante que ha nutrido parte de la banda sonora de El gran Gatsby no quería dejar indiferente) alguna de sus canciones más populares, como Body electric, Blue Jeans y, sobre todo, Born to die, todas coreadas, como mandan los cánones, por unos asistentes que no cejaban en su empeño de inmortalizar el momento. Lana del Rey comenzó su concierto con fuerza y con todo el público metido en el bolsillo y exteriorizando su euforia. Rufus y Lana, en un particular duelo, calentaron pues, a su modo, la noche musical barcelonesa. De punta a punta.

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