música

Tiempos turbios, rock crepitante

León Benavente estrena hoy en el Lara sus canciones de rabia y desasosiego

Los componentes de León Benavente, ayer en Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ

Lo del roce y el cariño ha resultado ser, una vez más, completamente cierto. El guitarrista Luis Rodríguez y el teclista Abraham Boba, compañeros en la banda de Nacho Vegas, llevaban muchas horas de furgoneta compartidas cuando el primero le confió al segundo varias sucesiones de acordes que le rondaban por la cabeza. Y Boba, hombre de melena revoltosa y entrecana, como buen artista de perfil atormentado, no tardó en devolverle esbozos melódicos y los primeros versos de lo que terminaría convirtiéndose en León Benavente, quizás la gran sensación indiede la temporada. Acaban de publica...

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Lo del roce y el cariño ha resultado ser, una vez más, completamente cierto. El guitarrista Luis Rodríguez y el teclista Abraham Boba, compañeros en la banda de Nacho Vegas, llevaban muchas horas de furgoneta compartidas cuando el primero le confió al segundo varias sucesiones de acordes que le rondaban por la cabeza. Y Boba, hombre de melena revoltosa y entrecana, como buen artista de perfil atormentado, no tardó en devolverle esbozos melódicos y los primeros versos de lo que terminaría convirtiéndose en León Benavente, quizás la gran sensación indiede la temporada. Acaban de publicar su primer álbum, homónimo, y esta noche desgranarán sus diez canciones en el Teatro Lara, junto a otras tres que no llegaron a incluir y una versión que se niegan a desvelar. “En castellano, por supuesto. Todas nuestras referencias apuntan al rock español”, certifican.

Su nombre parece el de un cantautor latinoamericano o algún distinguido galeno del siglo XIX, pero en realidad alude al tramo de carretera entre León y Benavente (Zamora), un páramo desolador que Rodríguez, asturiano de Moreda, recorrió “por amor” docenas de veces para visitar a su novia, que acaba de debutar como bajista de un grupo punk. “En los autobuses Alsa hay un sillón con mi L grabada”, se carcajea Luis, que acabó mudándose a la misma calle malasañera donde residía Abraham. Otros dos colaboradores de Vegas, el bajista maño Edu Baos (Tachenko) y el batería murciano César Verdú (Schwarz), completan una alineación titular de altos vuelos. “Pero si algo me indigna es que nos cataloguen como un supergrupo indie”, exclama Rodríguez, repentinamente serio. “Me suena pretencioso y grandilocuente. Ni que tuviéramos superpoderes, como Batman…”.

El repertorio suena rítmico y musculoso, pero las letras del vigués Boba fluctúan entre la perplejidad, la rabia, la desazón y el desasosiego. “Queríamos un sonido sencillo y contundente, que se pudiera recrear con fidelidad sobre el escenario, pero en los textos es inevitable que se filtre ese día a día complejo que a tantos nos ha tocado vivir”, resume Abraham. Asegura que no le afecta la crisis de la mediana edad (todos los benaventes son del 75 y bordean la temida condición de cuarentones) ni aspira a escribir “canción protesta ni política”. Solo sugiere que el disco se escuche del tirón y sin variar el orden de los cortes, porque el estupor, las desilusiones y la ausencia de certezas “sirven como hilo conductor”. Incluso La gran desilusión parece una crónica de desafección hacia el 15-M, algo que Boba matiza con tibieza. “Habla de insatisfacción, en el más amplio sentido”.

El viaje culmina en una poderosa e insólita canción recitada, Ser brigada, protagonizada por un hombre y una mujer que huyen cual “lobo feroz y pájaro con cresta” mientras el mundo se desmorona. “Impone respeto escribir cuando trabajas junto a uno de los mejores letristas del país”, reconoce Boba, “pero está bien que te pongas el listón alto…”.

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