crítica | teatro

El arte de decidir en común

En ‘La gente’, la compañía valenciana Pérez & Disla y el público, puestos en círculo, parodian con agudeza las dinámicas asamblearias

¿Es posible la democracia directa? ¿En qué ámbitos? El 24 de noviembre, Suiza someterá a referéndum una iniciativa apoyada por socialistas y verdes para impedir por ley que el salario más alto pueda ser en cualquier empresa mayor de 12 veces el salario más bajo; el año pasado se aprobó por referéndum una enmienda constitucional que limita el número de segundas residencias al 20% del total edificado en cada municipio. El miedo a que la oposición convoque consultas populares obliga a los políticos suizos a pactar leyes y a cumplir programas. En España, la democracia directa queda para las comuni...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

¿Es posible la democracia directa? ¿En qué ámbitos? El 24 de noviembre, Suiza someterá a referéndum una iniciativa apoyada por socialistas y verdes para impedir por ley que el salario más alto pueda ser en cualquier empresa mayor de 12 veces el salario más bajo; el año pasado se aprobó por referéndum una enmienda constitucional que limita el número de segundas residencias al 20% del total edificado en cada municipio. El miedo a que la oposición convoque consultas populares obliga a los políticos suizos a pactar leyes y a cumplir programas. En España, la democracia directa queda para las comunidades de propietarios, asociaciones, cooperativas e iniciativas como las que la compañía valenciana Pérez & Disla parodia con agudeza en La gente,espectáculo donde actores y público, entremezclados, celebran en círculo una asamblea sobre un tema urgente, que no llega a precisarse.

La gente

Dramaturgia: Pérez & Disla.

Texto: Juli Disla. Intérpretes: Toni Agustí, Ruth Atienza, J. Disla, Lorena López, César Tormo, Carles Sanjaime y Marta Belenguer. Dirección: Jaume Pérez. Sala Cuarta Pared.  Hasta el 16 de junio.

Juli Disla, autor del texto e intérprete de uno de los coordinadores de la reunión, recrea con fina ironía la dinámica asamblearia y su jerga, satiriza la esclerosis de sus procedimientos y acierta con el delineado de los intervinientes y del papel que juega cada uno de ellos: están los que cortan el bacalao, los ingenuos y esperanzados, los medrosos, los que desearían pasar a la acción pero no se atreven, los que se oponen a todo frontalmente… Los actores interpretan a sus personajes con verosimilitud absoluta, distribuidos entre el público, que en ocasiones tiene que elegir entre reírse abiertamente de lo que está sucediendo (como cuando quien se ofrecía minutos antes a ponerse en huelga de hambre se lanza de cabeza sobre los cruasanes rellenos) y mantener un papel consistente en estar a la expectativa y votar a mano alzada, aunque una espectadora decidida se lanzó a hacer preguntas y propuestas hasta el punto de parecer que formaba parte del elenco, que manejó la situación con mucha mano izquierda.

Un trabajo bien pensado y ejecutado, divertido, autocrítico y escéptico, pero en sintonía con la idea de que los asuntos comunes deben ser abordados y votados comunalmente.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Sobre la firma

Archivado En