Cumpleaños desangelado
El concierto por el vigésimo aniversario del sello Acuarela atrae a una escasísima afluencia de público al Teatro Reina Victoria
Antonio Luque ha acertado con un título cáustico sobre cónyuges y sus respectivos amantes, Enhorabuena a los cuatro, para su disco número 13. Anoche, sin embargo, el hombre que encarna a Sr. Chinarro prefirió ir por libre en el concierto por el vigésimo aniversario del heterodoxo sello Acuarela, un cumpleaños desangelado por la escasísima afluencia de público al Teatro Reina Victoria. La ubicación era atípica y a Chinarro le escoltaban en el cartel dos nombres nada conocidos, la canadiense Julie Doiron y los singapurenses Bored Spies, nota exótica en el Primavera Sound. El resultado f...
Antonio Luque ha acertado con un título cáustico sobre cónyuges y sus respectivos amantes, Enhorabuena a los cuatro, para su disco número 13. Anoche, sin embargo, el hombre que encarna a Sr. Chinarro prefirió ir por libre en el concierto por el vigésimo aniversario del heterodoxo sello Acuarela, un cumpleaños desangelado por la escasísima afluencia de público al Teatro Reina Victoria. La ubicación era atípica y a Chinarro le escoltaban en el cartel dos nombres nada conocidos, la canadiense Julie Doiron y los singapurenses Bored Spies, nota exótica en el Primavera Sound. El resultado fue un homenaje injustamente deslucido al disquero Jesús Llorente, “el hombre que trajo a Malasaña a todos los gafapastas y hipsters", en la cariñosa definición que le dedicó quien fuera su primer fichaje.
Luque optó por una comparecencia solista, quince canciones en tres cuartos de hora con el rasgueo de su guitarra como única compañía. El sevillano ha ido ganando cuerpo y limpieza en su voz, que incluso ofrece una pizca de vibrato y se aleja de ese ronroneo ininteligible de su amigo Jota. Pero un formato tan adusto deja demasiado al desnudo las parcas estructuras musicales. Él mismo admite que se maneja “con el sota, caballo y rey” armónico, apenas cuatro acordes elementales, y esas carencias se evidenciaron de manera descarnada.
Nos queda, claro, el ingenio mordaz de sus versos, la gran baza de Sr. Chinarro en circunstancias tan precarias. Del último disco solo cayeron la fatalista El destino turístico y la demoledora Catequesis, tan lúcida sobre las miserias eclesiásticas como una última de Millás. El resto ahondó en las especialidades de la casa: los juegos de palabras (Esplendor en la hierba), un erotismo burlón (Una llamada a la acción) o esas temáticas casi surrealistas, como los gusanos de pesca en Todo acerca del cariño. Mejores ocasiones habrá de disfrutarlo.