Raimon edita un doble disco en directo a manera de antología

'Raimon 50', conmemora el primer concierto del cantautor de Xátiva en Barcelona

Raimon durante un concierto en el Liceo.GIANLUCA BATTISTA

Algunos le consideran un cantautor protesta, aunque él, suavemente pero con firmeza, protesta: “quien quiera ir más allá de lo evidente tiene mi obra para descubrir otros niveles de lectura”, dice sonriendo. A sus 72 años sigue siendo un pillín “sí, me apetecía cantar un fragmento de la Internacional en un lugar como el Liceo”, asegura mientras renueva su sonrisa al recordar la toma de Punxa del vent que incluye el himno. Presenta su nuevo disco bajo el título de Raimon 50,un...

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Algunos le consideran un cantautor protesta, aunque él, suavemente pero con firmeza, protesta: “quien quiera ir más allá de lo evidente tiene mi obra para descubrir otros niveles de lectura”, dice sonriendo. A sus 72 años sigue siendo un pillín “sí, me apetecía cantar un fragmento de la Internacional en un lugar como el Liceo”, asegura mientras renueva su sonrisa al recordar la toma de Punxa del vent que incluye el himno. Presenta su nuevo disco bajo el título de Raimon 50,un disco doble, “y por ello anticomercial”, precisa, que conmemora su primer concierto en Barcelona. Corrían los sesenta, pero ya entonces Raimon tenía algunas cosas claras: “yo soy de pueblo y eso de que el arte cambia el mundo nunca me lo he creído, el arte sólo nos acompaña y nos consuela”, manifiesta. Cerca de 40 temas grabados en directo alumbran esa compañía musical propuesta por el artista de Játiva.

Si el arte no sirve para introducir pequeños cambios, ¿para qué sirve entonces?: “pues para alegrarnos cuando deberíamos estar muy tristes, para enriquecer nuestra vida personal, para daros la necesaria dimensión del placer sin la cual no sobreviviríamos, para enseñarnos a amar, como a mí los poemas de Celaya. No sé, creo que el arte en general no tiene mucha importancia en la organización social”, dice. ¿Entonces no hay sensación de esterilidad tras 50 años de autoafirmación cultural y social a través de un cancionero intachable?: “en absoluto”, responde Raimon, “simplemente no confundo mis deseos con el hecho de no tener la talla suficiente como para ayudar a que los cambios prosperen. Es sencillo”. Tan sencillo como que si las cosas continúan como hasta ahora, acabará pareciendo un cantante de extrema izquierda, “es curioso, pero es así. Yo no me he movido de mi lugar, pero todo se ha corrido tanto hacia la derecha que ahora podría parecer un radical”, afirma próximo a la carcajada.

Lo que no le produce ninguna gracia a Raimon es la evolución de la sociedad, “pues antes se manifestaba para conseguir avances y ahora lo hace para no retroceder”, argumenta antes de ensombrecerse al afirmar que “desde hace tres o cuatro años veo que lo único que hacemos es recular porque el capitalismo no acepta que la gente viva bien ya que eso supone que quienes tienen el control disminuyen un poquitín sus ganancias”. Por supuesto, nada de esto estaba en su cabeza cuando hace 50 años debutó en Barcelona: “en absoluto, es sabido que nosotros cambiamos menos que el contexto en el que vivimos, pero imaginar esta situación en los años sesenta estaba completamente fuera de cualquier posibilidad de entendimiento”, afirma.

Preguntado a propósito de la recuperación para este disco de canciones que hacía tiempo no interpretaba, cuales son los criterios que le guían en la selección del material, Raimon apela al público: “muchas veces es él quien se interesa por temas que tú ya tienes medio olvidados, y son los aficionados quienes en realidad mantienen la vida de tus propias canciones, que siempre están ahí”. ¿Y el legado de una obra, de una carrera, de una escuela, de una generación de cantantes y de una estética, ¿continúa?, “pues sí”, asegura Raimon, “hay una continuidad con artistas contemporáneos que creo es natural. Antes te rechazaban como el hijo que se autoafirma distanciándose del progenitor, pero ahora parece que nos reivindican, o se fijan en cómo trabajamos los de mi generación. No creo que se pueda afirmar que esta continuidad estética sea asumida, pero la continuidad existe”, remata. Antes de la despedida afirma que ante el aluvión de cambios sobrevenidos en los últimos años, tales como la digitalización, la irrupción de la música en el espacio sonoro de la ciudad y la debacle de la industria, se siente “como un cuerpo extraño, la verdad”. La sonrisa con la que ilumina su afirmación hace pensar que no le preocupa. Bingo: “a mí sólo me preocupa hacer buenas canciones”.

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