Crítica

Sin duda alguna

Fermín Muguruza relee sus éxitos en clave arriesgada e hipnotiza a sus seguidores en Barcelona

En momentos de crisis como los que nos ocupan hay que imaginar nuevos mundos. El ciclo En Persona lo ha hecho, y diferencia sus conciertos de los demás aportando un plusen forma de conversación entre público y artista, amén de la revisión del repertorio con nuevos arreglos. A ello se prestó el otro día un veterano (por lo general, un tipo de artistas ya esclerotizados por las rutinas), y el saldo fue excelente. Fermín Muguruza releyó sus éxitos en clave muy arriesgada, sentó a un público que vive en pie y se sinceró bajo las preguntas del respetable, amén de presentar el documental so...

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En momentos de crisis como los que nos ocupan hay que imaginar nuevos mundos. El ciclo En Persona lo ha hecho, y diferencia sus conciertos de los demás aportando un plusen forma de conversación entre público y artista, amén de la revisión del repertorio con nuevos arreglos. A ello se prestó el otro día un veterano (por lo general, un tipo de artistas ya esclerotizados por las rutinas), y el saldo fue excelente. Fermín Muguruza releyó sus éxitos en clave muy arriesgada, sentó a un público que vive en pie y se sinceró bajo las preguntas del respetable, amén de presentar el documental sobre el grupo Zuloak, que actuó como fin de fiesta. Propuestas así van más allá de un simple concierto y destilan imaginación.

EN PERSONA

Fermín Muguruza

Sala Apolo

Barcelona,

13 de febrero de 2013

 Aspecto central: sentar a un público que vive la música como una fiesta es asumir mucho riesgo. Muguruza lo hizo. Y esas personas que el tópico sintetiza con pantalones de lanilla multicolor —ellas—, melena sólo en la parte posterior de la cabeza —ellos— y pendientes a tutiplén—-todos—, disfrutaron, además sin poder fumar y con birras a 4,50 euros, de un concierto en el que canciones agitadas por banda en pos del estrépito euforizante se fueron acunadas sólo con guitarra, trombón y trikitrixa (acordeón diatónico). Un paseo por un repertorio que arrancó con Kortatu y acabó con canciones del Muguruza que como documentalista se ha paseado por buena parte de los países árabes explicando su música. En cada presentación, épocas de una vida, lucha política, reivindicación, extravíos y gestos a David Fernández, parlamentario por las CUP y fan de Muguruza allí presente.

Más tarde, el cantante respondió preguntas del público que, como muy bien apuntó el moderador, el periodista Eduardo Guillot, “nunca atañen a la música sino a la ideología”, lo que le condujo a formular la pregunta de la noche: “En tu caso, Fermín, ¿la letra no tapa la música?”. La pregunta hubiese hecho dudar a cualquiera menos a Fermín Muguruza, hombre que parece desconocer el significado de la palabra duda —respondió hablando de fútbol—, lo que le confiere ese aire rocoso, entusiasta e indesmayable que le permite afrontar sin pestañeo un concierto que exigirá conductas insólitas a su público. Las certezas son su medio natural. Otra cosa es que dudar nos haga más flexibles.

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