Detenido un joven de 21 años por matar a su madre en un piso en la Barceloneta

El acusado huyó saltando de tejado en tejado hasta que los Mossos d'Esquadra le atraparon

Los gritos de auxilio retumbaban por la escalera desvencijada del número 23 de la calle de Salamanca. “También se oían golpes, y carreras de arriba abajo”, recuerda Paco, uno de los vecinos del bloque de pisos de la Barceloneta. Una mujer, de 58 años, pedía ayuda. Eran las dos de la madrugada, y su hijo, Vicente Antonio C. T., de 21 años, la estaba, presuntamente, matando. Después, el joven emprendió la huida de tejado en tejado, hasta que los Mossos d'Esquadra le detuvieron.

A Paco le despertaron los ladridos de su perro. El animal, debido al estruendo de la escalera, estaba inquieto y...

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Los gritos de auxilio retumbaban por la escalera desvencijada del número 23 de la calle de Salamanca. “También se oían golpes, y carreras de arriba abajo”, recuerda Paco, uno de los vecinos del bloque de pisos de la Barceloneta. Una mujer, de 58 años, pedía ayuda. Eran las dos de la madrugada, y su hijo, Vicente Antonio C. T., de 21 años, la estaba, presuntamente, matando. Después, el joven emprendió la huida de tejado en tejado, hasta que los Mossos d'Esquadra le detuvieron.

A Paco le despertaron los ladridos de su perro. El animal, debido al estruendo de la escalera, estaba inquieto y no paraba. Paco se incorporó y escuchó los alaridos y las carreras. A la vez, otro de los vecinos de la finca, que se encontraba todavía despierto a pesar de las horas, había dado la voz de alarma a la policía catalana.

Paco salió al balcón y entonces llegaron los Mossos d'Esquadra. “¿Sabe qué ha pasado? ¿Nos puede abrir?”, recuerda que le dijeron. Él obedeció, y se metió en su casa, como le recomendaron. Ya entonces empezaron a llegar los efectivos del Sistema de Emergencias Médicas (SEM). Solo abrir la puerta, la policía pudo comprobar que había manchas de sangre por toda la escalera. Pero especialmente en el rellano del Principal 1ª donde vivían la víctima y el presunto asesino.

La principal hipótesis es que el joven mató a su madre con un objeto punzante, quizá un cuchillo, aunque todavía no se ha encontrado el arma homicida. Y que lo hizo delante de la puerta de su casa, en el rellano, donde ayer por la tarde los restos de la agresión eran todavía muy visibles. Luego metió el cadáver en el piso, cerró con llave y huyó escaleras arriba.

“La policía ya estaba en la puerta, se vio cercado”, sigue Paco. El joven se encaramó al tejado, y empezó a saltar de uno a otro. “Hasta que se acabó el tejado”, sostiene una vecina de la finca. En la fuga, que duró varios metros, el acusado acabó cayendo. Los médicos del SEM le trasladaron herido al hospital del Mar, donde le atendieron por la rotura de varias vértebras y la pelvis, según indicó una portavoz del centro. El hombre, sin embargo, se encontraba estable dentro de la gravedad.

La policía investiga ahora los motivos de la agresión. Según varios vecinos de la finca, en el corazón del antiguo barrio de pescadores, las discusiones en la vivienda no eran raras. La familia, de origen ecuatoriano, llevaba “tres o cuatro años”, contó la inquilina del segundo primera. Pero no eran dados a relacionarse en exceso con el resto de vecinos. El trato se limitaba a las cordialidades de escalera, contaron. Pero jamás habían protagonizado ningún incidente y ni ocasionado problemas en la comunidad.

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El joven, según fuentes policiales, cuenta con un antecedente de robo en vía en pública. Pero tampoco consta que tuviese un historial clínico por trastornos mentales, ni un amplio currículo delictivo.

Al conocerse la noticia, los vecinos pensaron en primer momento que se trataba de un caso de violencia de género. El marido de la víctima no se encontraba en el lugar cuando se cometió el crimen, según varios vecinos. Aunque su paradero no ha quedado aclarado. Algunos especularon con la posibilidad de que la pareja llevase tiempo separada. Otros aseguraron que el hombre se encontraba trabajando. “A veces se iba fuera, a buscarse la vida”, explicaron.

Todavía consternados por el crimen, varias mujeres de la finca se pasaron la mañana limpiando los restos del brutal asesinato. “Esa es su bicicleta”, seguía Paco, que volvía de pasear al perro. Se refería a una de color amarillo, amontonada en el hueco de la escalera, encima del resto de bicicletas. Pertenece a Vicente Antonio, al que describió como un joven serio, que solía lucir una estética hiphopera (“con la gorra hacia atrás”). En la finca no se explicaban ayer qué podía haberle pasado por la cabeza para matar a su madre.

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