Crítica

Canciones con cariño

Como todos los recitales de Kiko Veneno, resultó un concierto sosegado, sin aspavientos

Cantó canciones que hacía años no cantaba y el espíritu callejero de Joselito o del Lobo López volvió a cobrar vida. Fue ante una sala casi llena, donde contemporáneos de Kiko Veneno quisieron celebrar con él que Échate un cantecito, el disco que hizo más grande aún a Kiko, ya estaría en la “mili” de no haber cambiado los tiempos. Veinte años que no han dejado más huella que la nostalgia en canciones que son música popular explicada con métrica popular, la que siempre ha sido mejor especialidad de ese catalán y andaluz que ya dijo tener casi listo un nuevo disco que ...

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Cantó canciones que hacía años no cantaba y el espíritu callejero de Joselito o del Lobo López volvió a cobrar vida. Fue ante una sala casi llena, donde contemporáneos de Kiko Veneno quisieron celebrar con él que Échate un cantecito, el disco que hizo más grande aún a Kiko, ya estaría en la “mili” de no haber cambiado los tiempos. Veinte años que no han dejado más huella que la nostalgia en canciones que son música popular explicada con métrica popular, la que siempre ha sido mejor especialidad de ese catalán y andaluz que ya dijo tener casi listo un nuevo disco que le mantenga con nuevo material en el imaginario de su público.

Como todos los conciertos de Kiko resultó un concierto sosegado, sin aspavientos. Kiko no ha sido nunca un animal de escena, donde parece siempre mucho más contenido que sus propias canciones. Abrió con la preciosa Casa cuartel, la única pieza que un antisistema sería capaz de cantar teniendo por medio a la Benemérita, para luego hincar ya el diente en el disco que le había traído a Barcelona de celebración. Con la banda del Retumbe al completo, Kiko rescató todos los temas del álbum, una especie de desenterramiento donde el muerto estaba muy vivo.

Y es que canciones como Echo de menos, Sentado en la cama, Salta la rana, Reír o llorar o En un Mercedes blanco, son canciones que se han mantenido vivas, apegadas a un espíritu callejero que en su humildad las ha hecho grandes. Historias cotidianas tocadas con el gracejo de un artista en estado de gracia que encendieron la lamparita de la nostalgia en el que fue un concierto de marcado ribete generacional.

Tras interpretar todos los temas de Échate un cantecito, un descanso de 15 minutos introdujo una pausa de formalidad. Tras el receso Kiko pescó en su repertorio canciones de todas sus épocas, temas recientes como Dice la gente, clásicos tales como su adaptación de Dylan en Atrapado por el blues de Memphis o Está muy bien eso del cariño. Además estrenó una pieza nueva de las que ha estado grabando en Barcelona junto a Raúl Fernández de cara a su nuevo disco y sin ruido, quedamente, Kiko concluyó su celebración. El hombre con más punta en sus canciones resultó, una vez más, el hombre menos expansivo sobre un escenario, lo que una vez más ayudó a que sus canciones fuesen como viñetas personales que cada uno de los presentes volvió a guardar entre sus recuerdos como si sólo le perteneciesen a él. Y es que, como dice Kiko, está muy bien eso del cariño.

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