Shanghái apuesta por una reactivación cultural

La capital económica de China inaugura la bienal de arte más importante de Asia

Un ejemplo de las obras presentes en la IX Bienal de Arte de Shanghái.Z.ALDAMA

Reactivación. En la coyuntura actual parece un elemento íntimamente ligado a lo económico, pero Shanghái le ha dado un significado bien distinto al convertirlo en el lema del mayor evento cultural de Asia. La capital económica de China quiere despojarse de la etiqueta de ciudad sin alma, y lo va a hacer como mejor sabe: a golpe de talonario. Así consiguió anoche inaugurar el imponente museo de arte contemporáneo, Powerhouse of Art, y la IX Bienal de Arte, que reúne en sus 18.000 metros cuadrados obras de más de cien artistas procedentes de 27 países, y que espera recibir más de ocho m...

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Reactivación. En la coyuntura actual parece un elemento íntimamente ligado a lo económico, pero Shanghái le ha dado un significado bien distinto al convertirlo en el lema del mayor evento cultural de Asia. La capital económica de China quiere despojarse de la etiqueta de ciudad sin alma, y lo va a hacer como mejor sabe: a golpe de talonario. Así consiguió anoche inaugurar el imponente museo de arte contemporáneo, Powerhouse of Art, y la IX Bienal de Arte, que reúne en sus 18.000 metros cuadrados obras de más de cien artistas procedentes de 27 países, y que espera recibir más de ocho millones de visitantes hasta su clausura, el próximo 31 de marzo.

“La historia del arte en China pasa hoy una nueva página”, aseguró ayer el director del Comité Académico de la bienal, Xu Jiang. Para él, la reactivación de la muestra se refleja a la perfección en la nueva sede que la alberga. “Reactivamos una antigua central térmica para que le proporcione a Shanghái una nueva energía”. La que le permita competir con Pekín por el mercado del arte más jugoso del mundo.

Sin duda, esa efervescencia que vive China, en contraste con la marchita escena artística del resto del planeta, es uno de los grandes alicientes de la bienal para los artistas participantes, que han creado impresionantes obras con claros guiños al gigante asiático. El japonés Simon Fujiwara, por ejemplo, en clara referencia a los guerreros de terracota de Xi’an, ha desembarcado con su particular ejército de Rebekkah, esculturas de barro con la forma de una joven londinense que se repiten y trepan por una escalera. El artista añadirá una cada día. Otros han tomado prestados símbolos del país, como el camerunés Pascale Mathine, que ha creado una imponente columna con jarrones de dinastías pretéritas en Clonne Pascale.

Al fin y al cabo, los clientes son chinos y no está de más mostrar respeto por su cultura milenaria. “Para muchos autores China es ahora Eldorado económico, sí, pero también sirve como fuente de inspiración”, analiza Xian Linming, una joven galerista de Shanghái que augura un rotundo éxito a la bienal. “Todo el mundo quiere estar aquí ahora”. Y quizá esa perentoriedad es lo que ha provocado los fallos organizativos que ayer reconoció el comisario de la muestra, Qiu Zhijie.

Como novedad, esta edición la bienal ha invitado a 29 ciudades (entre ellas Barcelona) a crear y exponer instalaciones que sirvan de puente cultural e interpreten a su manera el lema del evento. “En el conjunto de España, y en clave positiva, lo podemos enfocar hacia la reactivación social que reflejan movimientos como el del 15-M”, explica Julia Morandeira, comisaria de la muestra que Antoni Miralda ha creado con una potente carga social para la ciudad condal. “Pero en el arte y la cultura vivimos una regresión preocupante, y no sé si China es la reactivación que necesitamos. Lo cierto es que en la política de exposiciones sí que tenemos mucho que aprender de este país, y tenemos que despojarnos de nuestro eurocentrismo”.

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