El acusado del triple crimen intentó hablar con su ex a través de otro preso

El juez le imputa haber quebrantado la orden de no acercarse a su expareja

Momento de la detención de Àlex Cuartero, acusado del triple crimen del Eixample.JOAN SÁNCHEZ

La obsesión de Álex Cuartero por su expareja, Mónica Claveguera, puede acarrearle más complicaciones judiciales de las que ya tiene. Cuartero está encerrado en la prisión La Modelo desde febrero acusado de haber matado a golpes a los padres de Mónica y a su sobrina de 16 años. El juez investiga ahora si el hombre intentó contactar con la mujer a través de su compañero de celda, que estaba a punto de obtener un permiso para salir de la cárcel.

En una revisión, los funcionarios de La Mode...

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La obsesión de Álex Cuartero por su expareja, Mónica Claveguera, puede acarrearle más complicaciones judiciales de las que ya tiene. Cuartero está encerrado en la prisión La Modelo desde febrero acusado de haber matado a golpes a los padres de Mónica y a su sobrina de 16 años. El juez investiga ahora si el hombre intentó contactar con la mujer a través de su compañero de celda, que estaba a punto de obtener un permiso para salir de la cárcel.

En una revisión, los funcionarios de La Modelo encontraron al compañero de Cuartero “anotaciones” con datos personales de Mónica. Esos datos serían la dirección de la mujer, según fuentes judiciales. Aunque otras fuentes insisten en que se trata únicamente de su teléfono.

El juez ha abierto una investigación y ha imputado directamente a Cuartero por haber quebrantado la orden que tiene de no acercarse a menos de 1.000 metros a Mónica. “La comunicación debería ser directa para quebrantar esa orden, que ni siquiera hemos recibido por escrito”, aseguró ayer el abogado del acusado, Facundo Carugatti.

El preso confesó al ser descubierto que Cuartero le había pedido que se pusiese en contacto con Mónica. El interno ha sido cambiado de celda tras lo sucedido, aunque fuentes judiciales lo desvinculan del incidente. Según la defensa de Cuartero, él tiene varios documentos en la celda sobre la causa por la que está procesado y en ellos consta información de Mónica. “No se sabe si el interno ha copiado los datos”, aseguró ayer el letrado del presunto triple homicida.

La prisión, al dar con esas anotaciones, informó al juez de guardia, que recaía por casualidad ese día en el mismo que instruye la causa por el triple asesinato de la calle de Sardenya, el titular del Juzgado de Instrucción número 27 de Barcelona, Xavier Paulí. El próximo 5 de octubre están citados todos a declarar de nuevo ante él para intentar dilucidar qué ha ocurrido. En esta nueva causa, también se sentará otra vez ante el juez la exnovia de Cuartero, a la que representa el despacho Molins&Silva.

Mónica y el acusado del triple crimen mantuvieron durante varios años una relación sentimental tormentosa. Poco antes del asesinato de los ancianos y la menor, la pareja había roto. Pero, según Cuartero, seguían manteniendo contacto casi a diario. El hombre incluso instaló un GPS en el coche de su exnovia y acudía de noche a la puerta del domicilio de sus padres, donde se mudó ella al acabar su relación sentimental.

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Pero la comunicación era aparentemente recíproca. La primera persona a la que llamó Mónica tras encontrar los cadáveres en el piso, cuando llegó del trabajo, fue al detenido. Él siempre insistió en la frialdad de la mujer ante semejante suceso. E intentó posteriormente inculparla de los asesinatos, alegando que ella era la única persona que ganaba con la muerte de los ancianos y la adolescente porque se quitaba cargas de encima y recibía la herencia.

Incluso fue más allá y antes de que los Mossos d’Esquadra le detuviesen (tardaron un mes en reunir suficientes pruebas contra él) envió, presuntamente, unos mensajes desde un móvil de prepago al teléfono de Mónica, haciéndose pasar por unos sicarios sudamericanos. En estos le reclamaba a la mujer el pago por haber asesinado a sus familiares.

Hasta ahora, una de las pruebas fundamentales contra Cuartero son los restos de sangre hallados en el cordón de sus gafas, que pertenecen a la menor muerta. Todavía es un misterio qué le movió, presuntamente, a hacer algo así. De lo que no cabe duda es de que vivía de forma obsesiva y enfermiza el fin de la relación con Mónica, con la que ahora quería de contactar de nuevo

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