Cinco años sin poder salir a flote

El naufragio del Nuevo Pepita Aurora sigue sin fecha de juicio

Familiares de los náufragos del 'Nuevo Pepita Aurora' en un homenaje a las víctimas. EDUARDO RUIZ

José Crespo —El Manteco para los habituales de la Casa del Mar de Barbate— teme cada año la llegada de septiembre: “Se acerca esta fecha y empezamos a ponernos todos malos, a no poder dormir. Ya lo veo todo otra vez, todo delante de mis ojos”. “Todo” son sus compañeros bajo el mar, tratando de salvarse, las olas y, finalmente, los cadáveres. El naufragio del pesquero Nuevo Pepita Aurora dejó a sus ocho supervivientes marcados, con secuelas que ni el tratamiento psiquiátrico que siguen d...

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José Crespo —El Manteco para los habituales de la Casa del Mar de Barbate— teme cada año la llegada de septiembre: “Se acerca esta fecha y empezamos a ponernos todos malos, a no poder dormir. Ya lo veo todo otra vez, todo delante de mis ojos”. “Todo” son sus compañeros bajo el mar, tratando de salvarse, las olas y, finalmente, los cadáveres. El naufragio del pesquero Nuevo Pepita Aurora dejó a sus ocho supervivientes marcados, con secuelas que ni el tratamiento psiquiátrico que siguen desde hace cinco años ha logrado mitigar. “El médico nos dice que nos va a costar mucho superarlo. Si no hubiéramos visto a los ahogados debajo de nosotros, a lo mejor nos sería más fácil”.

Los marineros del Nuevo Pepita Aurora quieren pasar página, pero las circunstancias no ayudan. El juicio que debe determinar las causas que llevaron al hundimiento del barco el 5 de septiembre de 2007, un naufragio que dejó ocho víctimas entre muertos y desaparecidos, aún no tiene fecha. El fiscal del caso, Juan Cisneros, calcula que el juzgado de lo Penal de Algeciras puede empezar a abordarlo en primavera de 2013. Para entonces, si nada ha cambiado, José Vega, el patrón mayor del pesquero, será el único que deba responder como imputado de lo ocurrido aquella noche en el mar. También él confía en poder afrontar cuanto antes el juicio. La espera le tiene psicológicamente destrozado. “Un calvario”, según cuenta su abogado, que se podría ver prolongado porque la defensa tiene previsto recurrir el auto del juzgado de instrucción que imputó al patrón mayor.

Un grupo de expertos pone en duda la investigación tras el naufragio

La imputación única de Vega no contenta ni a los supervivientes ni a las viudas del naufragio. Unos, porque defienden a un patrón que, en el momento de mayor peligro, se tiró al mar y ayudó a salir a muchos de los que se salvaron. Ellas, porque creen que cargar a un solo hombre con la culpa no va a impedir que casos similares vuelvan a ocurrir. Quieren que se investigue si el barco estaba en condiciones de salir a navegar, si las revisiones que pasó eran las adecuadas.

Para incrementar sus dudas, un grupo de expertos no gubernamentales del sistema mundial de socorro ha puesto esta semana en duda la investigación que se llevó a cabo tras el naufragio. Según este colectivo, los investigadores no actuaron con independencia respecto a las autoridades nacionales de navegabilidad, seguridad marítima o inspección. “La cadena de responsabilidades fue blindada”, aseguran, y destacan que tampoco las recomendaciones de estos investigadores se ajustaron a las prácticas internacionales. “Cinco años después estamos igual que entonces. Con el mismo viento de levante que soplaba aquella noche, esta semana hay marineros en la mar, corriendo riesgos”, advierte Loli Caravaca, viuda del pescador Manuel Alba.

Ella recibe, como sus compañeras, una pensión de viudedad. Hace un año un juzgado decretó que la cuantía de estas pensiones, que van de los 500 a los 700 euros, debía incrementarse porque los marineros habían fallecido en un accidente laboral. El juzgado le da la razón a Loli Caravaca, pero su pensión no ha variado desde entonces. Sí han aumentado sus gastos. “Los niños crecen, están en edad de estudiar y no nos llega. Tenemos que buscarnos los trabajos que podemos fuera de casa para poder hacer frente”.

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Los supervivientes del Nuevo Pepita Aurora viven de una pensión de incapacidad laboral. El Manteco recibe unos 600 euros mensuales con los que tiene que mantener a su familia. No puede volver a subirse a un barco, no lo soportaría. Aún espera que se cumpla la promesa que hace un lustro les hizo el entonces consejero de Pesca de la Junta, Isaías Pérez Saldaña, de que podrían recolocarse en algunas de las industrias del polígono barbateño El Olivar. Pero a día de hoy no le ha llegado ninguna propuesta.

Las flores depositadas en el monumento a los marineros desaparecidos de Barbate recuerda estos días la tragedia del Nuevo Pepita Aurora. Viudas y supervivientes la tienen presente en la memoria cada día. Llevan cinco años pidiendo explicaciones y, hasta el momento, cada uno de sus intentos ha naufragado. Así, es muy difícil salir a flote.

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