Opinión

Niños malos

"En la Comunidad Valenciana tenemos unos gobernantes que se pasan la vida amenazando"

No querría aburrirles con las batallitas del abuelo, pero lo cierto es que los hijos de ahora no pueden ni imaginarse lo que representaba ser hijo en otras épocas. La cultura patriarcal, de la que venimos y de la que todavía no hemos salido, convertía a los padres en seres inaccesibles a los que se suponía dotados de todas las claves y exentos de cualquier sentimiento humano. El padre era una especie de Júpiter tonante que amenazaba a todas horas y reprimía las menores trapacerías, a menudo simplemente los comportamientos infantiles que no entendía. Unas veces era el castigo físico (“llora con...

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No querría aburrirles con las batallitas del abuelo, pero lo cierto es que los hijos de ahora no pueden ni imaginarse lo que representaba ser hijo en otras épocas. La cultura patriarcal, de la que venimos y de la que todavía no hemos salido, convertía a los padres en seres inaccesibles a los que se suponía dotados de todas las claves y exentos de cualquier sentimiento humano. El padre era una especie de Júpiter tonante que amenazaba a todas horas y reprimía las menores trapacerías, a menudo simplemente los comportamientos infantiles que no entendía. Unas veces era el castigo físico (“llora con motivo”, te decían después de atizarte); otras, la privación de libertad (“esta tarde, sin salir”); en el mejor de los casos, la sanción económica (“te quedas sin propina”). Lo curioso es que esos mismos padres solían ser unos desgraciados. Todo su empaque de puertas adentro se volvía mansedumbre en el trabajo, donde peloteaban al jefe y soportaban todo tipo de humillaciones sin rechistar.

Bueno, pues a eso hemos vuelto, si bien ahora seguimos el culebrón en el telediario. En la Comunidad Valenciana tenemos unos gobernantes que se pasan la vida amenazando y castigando. Empezaron por dejarnos sin propina, recortándolo todo. No contentos con ello, pasaron a privar de libertad a los que creían más díscolos y los confinaron en julio en su escuela para no hacer nada. Finalmente, llegaron al maltrato físico y si no, que se lo pregunten a los estudiantes de Secundaria, aporreados a conciencia por uniformados que inspiraban más miedo que confianza. Claro que, como nuestros progenitores, estos padres de la patria (¿) también son unos desgraciados. En realidad, vivimos en un régimen neocolonial. Madrid se permite no votar el corredor mediterráneo en Bruselas, suprimir el pacto del agua y dejarnos sin cajas ni bancos, pero aquí no rechista nadie, no vayan a enfadarse y nos tiren a la calle.

No exageremos, el presidente tiene sentido común, una típica virtud patriarcal. Pues sí, eso dicen y él mismo nos lo repite continuamente. También repite que sabe lo que hay que hacer, aunque no nos lo cuente porque somos menores de edad. Pero yo lo que veo es que castiga a la pobre gente mientras da coba a los de arriba, a pesar de lo cual sus patronos europeos le han tirado de las orejas por mentirles en lo del déficit. Otro que es desgraciado. Hombre, mi sentido común me dice que para rebajar un taburete hay que cortar las patas por igual, no quitar una y dejar las demás. Se ve que hasta en esto caben matices: ¡y yo que creía que popular significaba del pueblo! Cuando Rajoy descubra que el jueves no hicimos los deberes, no quiero ni pensar la que se armará: ¡ay de los niños malos! Solo que antaño los hijos contestatarios se solían rebelar cuando llegaban a la mayoría de edad. Más le valdría escarmentar en cabeza ajena.

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