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La semana deja brillantes demostraciones de que el pensamiento colectivo es un manantial inagotable de ingenio y humor ante decisiones mejorables

En tiempos de tribulación es de agradecer que las redes sociales transporten algo más que el desconcierto ambiental. Esta semana nos deja brillantes demostraciones de que el pensamiento colectivo es un manantial inagotable de ingenio y humor ante decisiones mejorables.

Tormenta patrocinada. El primer episodio del fenómeno se produjo el martes, cuando trascendió que en el Metro de Madrid se habían puesto a explorar nuevas fuentes de financiación. En la estación de Sol, bajo el suelo sobre ...

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En tiempos de tribulación es de agradecer que las redes sociales transporten algo más que el desconcierto ambiental. Esta semana nos deja brillantes demostraciones de que el pensamiento colectivo es un manantial inagotable de ingenio y humor ante decisiones mejorables.

Tormenta patrocinada. El primer episodio del fenómeno se produjo el martes, cuando trascendió que en el Metro de Madrid se habían puesto a explorar nuevas fuentes de financiación. En la estación de Sol, bajo el suelo sobre el que los indignados construyeron su fortaleza, una marca de smartphones se había adherido al nombre y a prácticamente todo lo demás. Con la difusión de la noticia y de las primeras pruebas gráficas llegaron el estupor y las menciones en Twitter, mayoritariamente críticas. Lo que vino después fue una avalancha de ideas sobre posibles patrocinios en otras estaciones de la red madrileña que para sí quisiera cualquier agencia de publicidad con sentido del humor. En 24 horas, más de 10.000 tuits se sumaron a la fiesta con ejemplos tan memorables como “Ducados Pitis”, “Pan Bendito Bimbo” o “Lavapiés Devorolor”. Hasta el consejero de Transportes se congratuló de lo fructífero del brainstorming virtual. Entre tanta idea, quizá no captó que al fondo de la parodia había protesta.

Mejor posar en silencio. El otro gran hito de la semana llegó con la difusión de un sugerente vídeo promocional de Loewe protagonizado por representantes, según su artífice, del “nuevo espíritu de Madrid”. El hombre debió de pensar que, además de la nueva colección de bolsos, era buena idea exhibir el pensamiento de las criaturas protagonistas, jóvenes modelos con inquietudes y discursos más bien limitados que no tardaron en ser víctimas de la chanza tuitera. En este cada vez más frecuente efecto rebote en las redes, el ímpetu de las críticas iniciales derivó en parodia descarnada. Las más ácidas fueron las que alimentaron la etiqueta #acampadaloewe, que fantaseó con los parecidos imposibles entre fashionistas y acampados de Sol. Entre las 23.000 menciones al asunto hubo perlas memorables: “Chicas, no aplaudáis. Moved las manos como cuando os secáis las uñas!” (@pixelillo).

¿Un casino por qué? Con menos carga irónica pero bastante respaldo ha brotado, también en las redes, el movimiento de contestación a Eurovegas, el proyecto de macrocasino que revolotea sobre Madrid y Cataluña. Los detractores salieron ayer a la calle en la primera de las protestas previstas contra un modelo de crecimiento cuestionable. La lista de exigencias previas del inversor bien podría merecer una sesión de parodia colectiva. 

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