Crítica

¿Es violación acostarse con alguien sin que te apetezca?

El libro de Ana Marcos amplía los horizontes del debate sobre el abuso sexual, el papel del periodismo y las personas que somos

Ana Marcos, periodista y autora del libro 'A mí no me ha pasado nada', el 11 de febrero en Madrid.SAMUEL SÁNCHEZ

Hay varias capas de debate y todas caben en este pequeño libro de 123 páginas que Ana Marcos, periodista de EL PAÍS y componente del equipo de investigación sobre los abusos sexuales en el cine español, acaba de publicar. A mí no me ha pasado nada (Debate) aborda con tanta precisión como hondura todos los matices de ese maltrato que no necesariamente deja moratones, pero sí víctimas.

¿Es violación acostarse con alguien sin que te apetezca? Esta es una de las muchas preguntas que Marcos (Madrid, 1984) se hizo con s...

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Hay varias capas de debate y todas caben en este pequeño libro de 123 páginas que Ana Marcos, periodista de EL PAÍS y componente del equipo de investigación sobre los abusos sexuales en el cine español, acaba de publicar. A mí no me ha pasado nada (Debate) aborda con tanta precisión como hondura todos los matices de ese maltrato que no necesariamente deja moratones, pero sí víctimas.

¿Es violación acostarse con alguien sin que te apetezca? Esta es una de las muchas preguntas que Marcos (Madrid, 1984) se hizo con sus amigas mientras abordaba su trabajo y que nos arroja para la reflexión. Se disponía a publicar junto a Gregorio Belinchón y Elena Reina una meticulosa investigación sobre la violencia sexual que el director de cine Carlos Vermut había ejercido sobre varias mujeres de su sector. Por el camino, las víctimas tuvieron que superar todas las dudas íntimas y la presión social que sufren las personas que arrancaban sus conversaciones con los límites que se imponían a sí mismas: “Esto te va a parecer una tontería...” Tonterías que, según fueron creciendo las entrevistas, los diálogos y los chequeos con amigas de confianza, se fueron convirtiendo en agresiones. Ellas no eran mojigatas, puritanas o inquisidoras por deplorar según qué cosas en la cama. Lo suyo era otra cosa.

Aquella información desató críticas feroces y voces que victimizaron al agresor, que culparon a los informantes de linchamiento y que arrojaron todas las dudas sobre las verdaderas víctimas, las mujeres, ante la recurrente acusación de que eran mayores de edad que habían subido a su casa. Y ahí es donde Marcos aplica la fineza de su pluma y de su argumentación para ir descifrando las dificultades que alejan a las víctimas de los juzgados, el calvario de quien ha aguantado en silencio y solo cuando empieza a reconocerse en otros testimonios empieza a descubrir lo que ha sufrido. El camino sigue siendo empinado.

El debate no está resuelto en España, como muestran el ‘caso Rubiales’ o el durísimo interrogatorio del juez a Elisa Mouliaá en el ‘caso Errejón’

El libro se mueve, así, en el mismo territorio de la serie Querer, de Alauda Ruiz de Azúa, como cita la misma autora, y que tantos horizontes amplía en el debate: el de la violencia a veces soterrada, sin hematomas y sin pruebas de unas víctimas que solo cuentan con su palabra frente a la del otro. El de un consentimiento que tal ve lo fue para ligar, para enrollarse, no para sufrir violencia. El debate no está resuelto en España, como muestran el caso Rubiales o el durísimo interrogatorio del juez a Elisa Mouliaá en el caso Errejón, y el territorio situado entre el blanco y el negro es precisamente el que la autora trata de forma ejemplar. No hay respuestas simples. Pero hay realidades innegables.

Su objetivo como periodista no ha sido señalar delitos, asegura, ni arruinar ninguna vida, sino acaso ver las cosas cambiar. Todo ello desgranado en un relato preciso y empático que incluye los avatares de su vida como joven madre que estaba bañando a sus hijos mientras el móvil se iluminaba con mensajes de gravedad o que puede afrontar una causa judicial por todo lo publicado. La profesionalidad de la periodista pétrea en su vocación, pase lo que pase y venga lo que venga, algo compatible con su capacidad para llorar, se entrega ahí en dosis tan contundentes que el lector no solo verá crecer una historia, sino también a una persona y al periodismo en mayúsculas.

Ana Marcos, que antes ha sido corresponsal en Colombia, que ha cubierto la información sobre Podemos y hoy lleva la cartera de arte en la sección de Cultura de EL PAÍS, avanza pegada a una generación, la suya, de treintañeras que llegan a los 40 cruzadas entre el pesado machismo que antes se exhibía y el que ahora se esconde, pero que existe. Sus reflexiones son testimonio de una era dorada para la lucha cargada de razones que, en última instancia, sí está consiguiendo que algo cambie. Bravo por ellas.

A mí no me ha pasado nada

Ana Marcos
Debate, 2025
128 páginas. 12,26 euros

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