Mentir con datos verdaderos
La última frase se aisló del resto en muchos medios y en las redes, lo que convirtió una sencilla oferta de ayuda en un exabrupto
La comunicación de un dato falso resulta cada vez menos eficaz: todo se puede comprobar en lugares fiables de internet. Por eso políticos y periodistas manipuladores han adoptado, para criticar al Gobierno, la técnica de mentir contando hechos verdaderos.
La formulación teórica de esta posibilidad práctica correspondió a Dan Sperber, francés, y Deirdre Wilson, británica. Ambos desarrollaron en los años ochenta del siglo XX la “teoría de la relevancia”. Muy resumida, consiste en que una comunicación leal se basa en dar la información relevante y omitir aquella que no lo es. Por tanto, to...
La comunicación de un dato falso resulta cada vez menos eficaz: todo se puede comprobar en lugares fiables de internet. Por eso políticos y periodistas manipuladores han adoptado, para criticar al Gobierno, la técnica de mentir contando hechos verdaderos.
La formulación teórica de esta posibilidad práctica correspondió a Dan Sperber, francés, y Deirdre Wilson, británica. Ambos desarrollaron en los años ochenta del siglo XX la “teoría de la relevancia”. Muy resumida, consiste en que una comunicación leal se basa en dar la información relevante y omitir aquella que no lo es. Por tanto, toda información omitida se entiende como irrelevante; y si era relevante pero se suprime, estamos engañando.
Así ocurrió con la declaración de Pedro Sánchez, cuando detalló el 2 de noviembre lo que había hecho el Gobierno por su propia iniciativa tras la dana en Valencia: despliegue de 2.500 militares, 1.800 policías, 2.700 guardias civiles; satélites, 4.800 rescates… A continuación, añadió que el Estado, atendiendo a la última petición del presidente autonómico Carlos Mazón, enviaría 5.000 militares más, así como un buque anfibio dotado de quirófanos. Y después de relatar todo esto y otras decisiones similares, remató: “El Gobierno central está listo para ayudar. Si necesitan más recursos, que los pidan”.
Cualquier persona de bien habría interpretado de todo eso, si no se hubiera silenciado nada, que el presidente daba cuenta de la ayuda decidida ya por el Gobierno y de que estaba dispuesto a enviar más en cuanto se lo solicitasen. Sin embargo, la última frase se aisló del resto en muchos medios y en las redes, o se suprimió el término “más”, lo que convirtió una oferta de ayuda en un exabrupto chulesco de quien no ha hecho nada ni tiene interés en ello. Pero ya será difícil que quienes dedujeron eso cambien su percepción.
Una docena de bomberos de Bilbao grabaron un vídeo en el que decían que se había rechazado su ayuda para Valencia. Como silenciaron quién la había declinado, los manipuladores de guardia adjuntaron a ese vídeo mensajes que pedían la cárcel para los políticos del PNV y del Gobierno. Sin embargo, la decisión no dependía de ellos sino de la Generalitat valenciana. Pero el silencio había ejercido ya su poder.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, usó el mes pasado esta misma técnica que logra contar verdad para decir mentira. Dijo: “Mientras que el Ayuntamiento dedica el 4% de su presupuesto a la vivienda, el Gobierno solo lo hace en un 0,7%”.
Datos ciertos, sí. Pero faltan otros. El Estado, cuyas competencias al respecto fueron limitadas por el Constitucional en 1997, no dispone de todos los resortes que manejan los municipios. No levanta urbanizaciones ni recalifica suelo, tarea que corresponde a los ayuntamientos; que también pueden reservar solares para casas protegidas o libres; regular los pisos turísticos y, como las comunidades, crear incluso empresas públicas que edifiquen directamente y vendan luego con criterio social. Por tanto, no se pueden comparar dos porcentajes que se proyectan sobre un distinto cien. Además, le faltó mencionar, ya que estaba, el correspondiente a la Comunidad de Madrid (PP), que, según sus datos oficiales, en 2025 invertirá 669 millones en vivienda, frente a un presupuesto regional de 28.662 millones. O sea, un 2,3%.
Vemos, pues, que la información omitida es también información emitida: su ocultación forma parte del mensaje, porque lo manipula. Y eso resulta difícil de comprobar para quienes no se nutren de un periodismo serio.